En contacto sin contacto

Tal vez fue un mensaje, una foto, una llamada

Mientras tú, querido lector, te encontrabas hojeando esta revista, reviviendo en cada página el acontecimiento vivido durante la semana, estoy segura que te distrajiste más de una vez en tu teléfono. Tal vez fue un mensaje, una foto, una llamada. Infinidad de motivos pueden ser excusa de por qué tu atención fue retirada de este conjunto de hojas, incluso de este texto, y que quizá no terminarás de leer por lo mismo. Pero, al final de cuentas, esta revista que tienes entre tus manos la podrás leer y releer cuando “tengas tiempo”; pero no pasa lo mismo cuando hablamos de momentos, y menos cuando hablamos de personas.

En los últimos años, la tecnología ha acortado distancias y ha hecho de la vida en general algo más sencillo. Pero también ha provocado algo sumamente importante, algo de lo que pocos nos hemos percatado: hemos dejado de vernos a los ojos. Piensa, ¿qué color de ojos tenía la persona que te atendió en la tienda mientras comprabas un café o surtías el mandado? ¿Qué color de ojos tenía el señor de la gasolinera o la señorita que te recibió en el banco? ¿Qué color de ojos tiene tu pareja, tus padres, tus hijos? Nunca sabré si pudiste contestar estas preguntas. Pero, en caso de que no fuese así, ¿cuál va a ser tu excusa? ¿Acaso estabas contestando un “Whats”? ¿Mandando una foto? ¿Documentando tu vida para que los demás sepan que vives y que existes, cuando realmente no vives del todo? Póngase cómodo, querido lector, que pretendo robarme su atención por un buen rato.

Como dije anteriormente, ya no nos vemos a los ojos. Creemos que, por hablar con alguien a través de una pantalla estamos en contacto, pero no lo estamos. Creemos que, al ir a una fiesta, reunión o evento, debemos sacarnos una foto que pruebe que estamos o estuvimos ahí.

Sin embargo, al hacer esto, automáticamente dejamos de estar, pues, en seguida de retratarte sonriendo a lado de personas que muchas veces no conoces, “debes” añadir esa evidencia a todas tus redes sociales para que todos “compartan” contigo esa vida que vives “feliz”, sin saber que has dejado de vivirla al verte en la necesidad de hacerle saber al otro lo que estás haciendo. Antes, una foto retrataba un momento, un segundo que quedaría para la posteridad en el tiempo.

Ahora, la finalidad de una foto es comprobar algo; que el mundo y la sociedad se enteren que si fuimos a la despedida, al cumpleaños o a la playa. Que tu pareja y tu si se quieren y “están en una relación”. Y, ¿a qué se debe todo esto? Se resume en una oración que, como siempre, nos han hecho creer: si no lo publicas, no existes.

Te invito, querido y estimado lector, que antes de afirmar que estas en contacto con tu alrededor, dejes a un lado tu teléfono y empieces a vivir, a observar, a sentir al roce de una mano o de una persona mientras paseas por la calle. A decidir tu atuendo del día contemplando la neblina que se recarga en la montaña o la calidez del sol que despunta en las mañana. Pero lo más importante, a hablar con los demás a los ojos, pues nunca se ven tan bellos hasta que uno se refleja en ellos.

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María Treviño

Joven apasionada por las letras, heredo de su madre y abuela los deseos de contar historias, con apenas 19 años de edad, María Treviño ya sabe lo que quiere en la vida, escribir es la máxima expresión de su existencia.