Del amor, el desamor y sus innecesarias ‘complicaciones’

El amor, más que oración con sustantivo y predicado, es el verbo que conlleva su acción

A petición de algunos de mis amados lectores, a quienes no tengo cómo agradecerles el tiempo semanal que le dedican a mis letras, hoy los complazco escribiendo de nuevo acerca del tema más bello, más puro y grande que existe en el universo: el amor. Para ello, forzosamente y aunque de verdad quisiera evitarlo, debo tocar a su vez el mítico y tantas veces proclamado “desamor” que rige la vida de tantas personas que se perdieron en el camino creyendo que el amor se encuentra fuera de uno mismo. Quizás lo que usted vaya a leer a continuación no es novedad alguna, aunque a veces es bueno un pequeño recordatorio; algo que tal vez usted está leyendo por accidente y que, sin casualidad alguna, era lo que necesitaba leer. Póngase cómodo, ser querido, que me pretendo robar su atención por un buen rato.

Cada uno de nosotros actuamos y pensamos desde distintas trincheras acerca de este pequeño y particular tema, pues, cuando de experiencias en el amor o desamor se trata, me parece que sobra material: canciones, poesía, vibraciones, lugares, cafés, recuerdos, recuerdos e interminables recuerdos. Existe de todo: desde quien quisiera, como lo dijo Arjona, “comprar un boleto al ayer”, hasta quien deja de lado en sus planes la posibilidad de verse inmerso de nuevo entre tanto “sufrimiento y dolor”, según su vivencia personal al respecto. Qué lástima, señores. Qué lástima pensar que el amor es “algo o alguien más” y sacar conclusiones basados en cómo nos tratan, en lo que hacen y dejan de hacer “por nosotros”, en querer recibir forzosamente algo a cambio.

Tanto ha pegado la economía en la sociedad que hemos involucrado al amor como parte de la misma, viéndolo como un sentimiento fundamentado en el “dame y te doy” que equivale, en palabras más fuertes, a un “anda, si me amas te pago”. ¿Por qué nuestra absurda creencia que todo en la vida es compra-venta? Quien te ama de verdad lo hace porque le nace, por la persona que eres, por la bendición de encontrarse con tu existencia habiendo tantas otras. Tantos clichés, tantos “detalles” que definen lo que es “tener una relación de verdad”, tantas comparaciones y estereotipos de “cómo amar de la manera correcta”; tal vez, por eso mismo, por andar buscando cómo amar “bien”, es cuando todo sale verdaderamente mal. Queridos lectores, pongan mucha atención a lo que estoy a punto de escribir: no existe tal cosa como el “desamor”. El amor, como la energía, no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

El amor, como el origen del universo, es inexacto y misterioso; es un “big bang” que involucra la creación del todo, pues en cada situación memorable y bella de nuestras vidas estuvo presente el amor. ¿Desamor? Increíble siquiera pensar que existe la palabra; el famoso “desamor” salta a la mente cuando confundimos amor con otras cosas y cuando aseguramos que el amor se puede “comparar” y está sujeto a expectativas. Fuera de eso, no se trata de que te quieran o no, te busquen o no, les “intereses” o no. Yo les pregunto, ¿acaso son un artículo de venta en alguna vitrina esperando a ser “adquirido” o “querido” por alguien más? ¿No les basta el saberse suyos, el saberse vivos y completos para dejar de enajenar el amor que ustedes deberían de regalarse y comenzar a “ser”? El amor, más que oración con sustantivo y predicado, es el verbo que conlleva su acción primordialmente sobre uno mismo para, así, irlo compartiendo a su paso con todo el entorno. Así que, cuando en tu mente exista la posibilidad de que alguien “no te ama”

María Treviño

Joven apasionada por las letras, heredo de su madre y abuela los deseos de contar historias, con apenas 19 años de edad, María Treviño ya sabe lo que quiere en la vida, escribir es la máxima expresión de su existencia.