Hasta en la sopa

El arte y la gastronomía van de la mano como manifestaciones civilizadas de nuestro avance y sentidos 

Hay expresiones diarias, cotidianas las cuales ya pronunciamos sin reparar en ellas mayormente. Por estos días en que el calor aprieta, no pocas veces escuchamos en la tertulia del café, que hay candidatos a Gobernador y a puestos de elección popular… hasta en la sopa. Pues sí, los vemos en todo momento y en todo lugar, sus rostros son ubicuos. Por ello la expresión, “hasta en la sopa.” Y el engranaje culinario se hace presente, se ha hecho presente desde siempre. El arte y la gastronomía van de la mano como manifestaciones civilizadas de nuestro avance, sentidos y concomimiento. ¿Lo ha notado? La música y la comida han estado presentes en nuestro imaginario colectivo desde los primeros convivios humanos entre tribus y sociedades familiares y núcleos vecinales.

En un convite, suenan los instrumentos musicales y ello nos lleva al disfrute estético de los sentidos. Hay géneros de música y ritmos que han adoptado incluso, el nombre de una comida, de un platillo: el jarabe (bebida hecho con piloncillo que al parecer deriva de la voz árabe “xarabe), la salsa (música afro antillana la cual hoy es muy socorrida en los antros y clubs de baile) y el merengue (ritmo cubano, muy habanero), por citar sólo tres de los más conocidos. Pero la música y la gastronomía es un matrimonio indisoluble.

Se presentan todo el tiempo y a toda hora en cualquier radio si nos ponemos atentos en escuchar sus tonadas pegajosas en cualquier ritmo. La siguiente yo la recuerdo con “Mike Laure y sus Cometas”, es una cumbia, “La rajita de canela”, usted recuerda la tonada: “A Marina le gustaba,/ le gustaba la canela,/ y yo siempre le tenía/ su rajita de canela./ Y yo siempre le decía:/ no te la puedo dar, que te puede quemar,/ es como la canela.” Para terminar en el estribillo machacón que usted se sabe de memoria: “Yo quiero que me des/ la rajita de canela.” Al parecer quien originalmente la cantaba es un grupo llamado “Los cuatro brujos.”

Hay una canción ranchera mexicana que de vez en cuando se escucha en la radio. Es “La burra elotera”, las coplas tienen que ver con nuestro medio campesino, donde la precariedad es el sino característico, pero jamás nos va a quitar a los mexicanos lo fiestero y bullangero que somos, por lo cual y siempre, nos burlamos de nuestras carencias. Dice así en varias de sus estrofas la canción mexicana: “Ahora que estoy mas fregado/ me ha salido una chambita;/ tú quieres que yo te lleve:/¿con qué te tapo si llueve?/ Yo me casaba contigo,/ pero ¿con qué te mantengo?;/ Sólo que comas elotes/ como la burra que tengo… Sólo el que carga el morral/ sabe lo que trae adentro;/ tienes que comer elotes/ como la burra que tengo.” Pues sí, somos hijos del maíz y del amor a esta tierra no pocas veces yerma, en esta parte de México que nos tocó habitar, el desierto.

Por ello las canciones ensalzan al terruño y los frutos arrancados al surco cultivado con paciencia y dedicación, en este caso, la mazorca de maíz. En el sur, muy conocidas son las coplas a la iguana. “Si quieres comer iguana,/ vamos para Tecomán; verás allá a las inditas/ comiéndolas en pipián…” Este México nuestro, rico en música y gastronomía. Volveremos al tema.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.