¿Es arte la bailarina de Koons?

Las fronteras se han abolido. No existen. No más. Ni en literatura, ni en cine, en política. Ya no hay fronteras en el arte. Tampoco en su precio o en su valor estético, lo cual es ininteligible.

Internet ha venido a enseñar que el “gusto estético” puede ser alienable. Uno solo. Un tag, un tuit, una página web puede y contribuye a unificar “criterios estéticos”. Hoy, al cómic, a la historieta se le considera arte. Al igual que las esculturas de Jeff Koons, el artista vivo más cotizado del mundo.

Es norteamericano, es el artista vivo mejor pagado en el orbe, es Jeff Koons (Pensilvania, EU, 1955) y sus piezas, sus esculturas de acero no se cotizan en menos de 14 millones de dólares. Hace poco en una subasta de la casa Christie’s, un millonario de esos de chequeras impermeables y fondos líquidos desembolsó 58.4 millones de dólares por la obra “Balloon Dog (Orange)”, un perro de acero inoxidable. Un récord. Modesto, el empresario inmobiliario argentino, Eduardo Costantini, ha adquirido una escultura de acero de este arista, “Seated Ballerina (Bailarina sentada)” por el orden de los 14 millones de dólares junto con otra escultura. Obra que se expuso en el Museo de Arte Latinoamericano de Argentina, pero que hoy forma parte integral de un condominio de lujo que se construye en Miami, EU, propiedad del magnate.

¿Es esto arte? Es la eterna pregunta. Siempre lo será, desde que el iconoclasta Marcel Duchamp exhibió en una galería de arte una taza de un inodoro, un urinario, y lo trató como “obra artística”, entonces asumió que cualquier objeto cotidiano y trivial era en sí una “obra de arte”. ¿Usted así lo piensa? A este arte entonces –ironía y sarcasmo. Risotada funesta– lo distinguen no pocas veces la premura, la poca inversión creativa y el nulo requerimiento técnico. Situaciones no pocas veces emparentadas con la incompetencia.

¿Qué hay entonces de arte? Pasan los años y sigo sin ver arte, apuesta verdadera en la práctica de los jóvenes y sus manifestaciones artísticas. Y sigo considerando arte aquello con lo cual fui educado. Arte religioso, bizantino, arte antiguo, arte barroco, romano, griego. Los grandes autores como Velázquez, Olga Costa, Tamayo, Chávez Morado… Sigo sin creer en aquello de que el artista joven y rebelde de hoy hace una “critica” agria a las autoridades en turno, cuando arriesgan u organizan festivales “independientes”. La independencia no vende. No como la bailarina de Koons valuada en millones de dólares. ¿Cómo es esta bailarina? Es una bailarina sentada. Punto. No le busque más, estimado lector. Nada más.

Esquina-bajan

Y esto me ha recordado, por supuesto, aquella mítica “obra de arte” de Andy Warhol: la lata de sopa Campbell’s. De la cual aún hoy dudamos (al menos yo) de su valor artístico, pues esta obra de Warhol es “recreada” por  dibujantes de comic, ilustradores de historietas que la siguen ofreciendo como arte. Por esto, en España hay una muestra en la actualidad que se llama “El arte en el cómic” que da cuenta de ello. Y claro, se recuerda aquello de que Duchamp mató el arte y Warhol lo enterró. Pues sí, con estos dos ejemplos lo creemos. La exposición antes deletreada estará en exhibición en las galerías de la Fundación Telefónica en Madrid.

Alrededor de un staff de 160 personas producen las obras de Koons. Vendió 650 mil 045 entradas para ver su obra en el Museo Pompidou en Francia. Para el crítico Michael Kimmelman, en The New York Times, el “artista” es un “oportunista, un traficante de publicidad”. El polémico Damien Hirst se considera a sí mismo un artista que pinta cosas donde “el arte trata de la vida, del mercado, del dinero”. Algo sabe de ello, es el artista más rico, con una  fortuna valuada en 400 millones de euros. Aunque, mientras Manuel Borjo-Villel dirija el Museo Reina Sofía de España, Hirst nunca expondrá en él. Y sucedió esto de dudar del “arte” hace poco tiempo con un “artista” que, hace apenas lustros, era cotizado y vendía millones. Es el italiano Sandro Chía. Pero éste se vino abajo cuando uno de sus compradores y coleccionistas, el publicista Charles Saatchi, malbarató media docena de lienzos de este pintor en su momento tan cotizado como Koons.

Estamos viendo entonces que Internet estupidiza. Bajo un solo rasero se eliminan las diferencias, los criterios y se homogeniza un cierto “gusto estético”. Por algo, para el director de GSMA de América Latina, Sebastián Cabello, empresa responsable del uso y promoción de las redes de telefonía móvil en América Latina, “el móvil se desea mucho más que el auto, la casa o el ordenador personal”. Éstos son los valores hoy. Por ello, el “arte valioso” ronda los 54 millones de dólares de una escultura de Jeff Koons.

Letras minúsculas

¿O usted si lo ve como arte para la eternidad?

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