Nuestros hijos y sus amigos invisibles

Los compañeros imaginarios de juegos permiten a los niños ensayar relaciones sociales y situaciones complejas del mundo real

En casa de Gema Hernández viven ella, su marido Oriol, su hija Layla, su gata Lúa y, desde hace un tiempo, una elefantita rosa que sólo puede ver la niña; es su amiga imaginaria.

Pocos son los padres que conocen de la existencia de compañías imaginarias de sus hijos, pero se estima que entre el 12 y el 33% de los niños entre dos y seis años, los tienen.

Así lo aseguran expertos como María Dolors Mas Delblanch psicóloga, especializada en psicología clínica y de la salud, psicoterapia infantojuvenil, sexología y neuropsicología;quien asegura, además,  que “sólo existen razones de preocupación si se obsesionan tanto con el amigo imaginario que les impida realizar sus tareas escolares, les induzca a no desear hacer amigos reales o si su comportamiento se vuelve agresivo. En estos casos se debe recurrir a la ayuda profesional para evitar otros problemas”.

Estos compañeros de juegos pueden ser duraderos, aunque lo más frecuente es que dejen de interactuar con ellos en torno a los ocho años. “En algunos casos excepcionales continúa durante la adolescencia e, incluso, llegan a la edad adulta”, puntualiza María Dolors Mas.

Desde la perspectiva adulta, muchas personas se sorprenden y preocupan, pero cabe destacar que no se considera un trastorno patológico y que, a ciertas edades, es completamente normal e, incluso, sano, desarrollar el juego simbólico de esa manera.

Gema acepta con naturalidad el mundo imaginario de la pequeña. “Muy posiblemente haya inventado así a su amiga, como unos dibujos de la televisión. Juega con ella en casa y en el parque. Cuando le doy los buenos días o las buenas noches me pide que lo haga también con la elefantita  y yo lo acepto con naturalidad”.

 

CREATIVIDAD AL PODER

Los personajes inventados por un niño pueden ser de diferente índole, como seres de fantasía, hadas o superhéroes; otros niños, animales, muñecas o peluches.

Layla tiene cinco años, es hija única y de mayor quiere ser profesora. “Se inventa cuentos y se los lee a su amigo imaginario, pero también a nosotros y a nuestra gata; también le hace dibujos. En realidad le sirve para ser aún más creativa y cariñosa”, comenta Gema.

El hecho de crear estas amistades puede tener consecuencias negativas debido a la conducta que le atribuya, como pegar o decir palabrotas. Por ello, la experta recalca la importancia de

fijarse si el niño se ha vuelto agresivo, retraído o distraído; y será el psicólogo infantil el más idóneo para ayudarle; pero por lo general es algo totalmente normal en el desarrollo infantil”.

No hay un perfil especial de niños más propensos a crear este tipo de amistad; y pese a que no existen indicadores, como ser hijo único o pasar mucho tiempo solo; el único factor con influencia directa es la creatividad. “De hecho, diferentes estudios remarcan que estos niños serán adolescentes creativos y empáticos”, recalca Mas.

A veces el amigo imaginario no lo es tanto porque causa miedo al pequeño, y eso inquieta además a los padres, que creen que puede tratarse de posibles fantasmas o conexiones con otra dimensión; pero lo habitual es que sea alguien con quien comparte su ocio.

Ningún padre está completamente preparado para escuchar ciertas historias infantiles, como cuando los niños describen a sus amigos sin pies, sin rostro, como seres adultos que puedan recordar a antepasados o personajes verdaderamente terroríficos; pero no hay que olvidar que la imaginación de un niño no conoce de límites.

 

 

En casa no nos sorprendió porque sabíamos que es algo natural a su edad y no le supone ningún tipo de problema. También es verdad que es un personaje amistoso y eso es una alegría”, bromea Gema.

“Ni mi marido ni yo hemos tenido este tipo de fantasías de pequeños. Tampoco conocemos ningún caso de amigos o familiares que les suceda lo mismo, pese a que es algo habitual”, recalca.

Cuando surgen los amigos imaginarios, los niños tienen un lenguaje lo suficientemente desarrollado como para poder manifestar su existencia, aunque la mayoría de las veces aparecen cuando el niño está solo.

Además en estas edades el pensamiento de los niños se caracteriza por ser mágico, en el que realidad y fantasía están muy relacionadas. Es el pensamiento preoperatorio que, según el psicólogo suizo Jean Piaget (1896-1980) se caracteriza por ser egocéntrico, irreversible y secuencial. A partir de los ocho años el pensamiento es más lógico racional, deductivo y objetivo”, destaca la psicóloga.

UNIRSE AL JUEGO

Los propios niños son conscientes que sus amigos no son reales, razón por la que no siempre lo cuentan; por eso sabremos de su existencia si quieren decirlo y lo harán describiéndoles con detalle; y explicando sus determinadas características emocionales y sociales.

Si esto sucede no hay ni que negar su existencia ni tomarlo en serio, sino que sirva como algo que una más a la familia, ya que en un tiempo dejarán de interactuar con ellos.

María Dolors Mas indica que como padres, “debemos evitar el castigo, reírnos del niño o de su amigo imaginario, decirle que miente y especialmente hacerle un tercer grado sobre las conversaciones que mantienen. Sin embargo, si aceptamos el juego podemos utilizarlo para educar en valores”.

 

 

En casa no nos sorprendió porque sabíamos que es algo natural a su edad y no le supone ningún tipo de problema. También es verdad que es un personaje amistoso y eso es una alegría”, bromea Gema.

“Ni mi marido ni yo hemos tenido este tipo de fantasías de pequeños. Tampoco conocemos ningún caso de amigos o familiares que les suceda lo mismo, pese a que es algo habitual”, recalca.

Cuando surgen los amigos imaginarios, los niños tienen un lenguaje lo suficientemente desarrollado como para poder manifestar su existencia, aunque la mayoría de las veces aparecen cuando el niño está solo.

Además en estas edades el pensamiento de los niños se caracteriza por ser mágico, en el que realidad y fantasía están muy relacionadas. Es el pensamiento preoperatorio que, según el psicólogo suizo Jean Piaget (1896-1980) se caracteriza por ser egocéntrico, irreversible y secuencial. A partir de los ocho años el pensamiento es más lógico racional, deductivo y objetivo”, destaca la psicóloga.

UNIRSE AL JUEGO

Los propios niños son conscientes que sus amigos no son reales, razón por la que no siempre lo cuentan; por eso sabremos de su existencia si quieren decirlo y lo harán describiéndoles con detalle; y explicando sus determinadas características emocionales y sociales.

Si esto sucede no hay ni que negar su existencia ni tomarlo en serio, sino que sirva como algo que una más a la familia, ya que en un tiempo dejarán de interactuar con ellos.

María Dolors Mas indica que como padres, “debemos evitar el castigo, reírnos del niño o de su amigo imaginario, decirle que miente y especialmente hacerle un tercer grado sobre las conversaciones que mantienen. Sin embargo, si aceptamos el juego podemos utilizarlo para educar en valores”.

Con información de VANGUARDIA

 

 

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Promotor y gestor creativo. Creador. ciclista y lector.