Viaja a la mitad del mundo

Quito es puro gozo. Ha vivido a la sombra de los volcanes y de su destino hermano: Las Islas Galápagos. Ya es tiempo de hacerle justicia

En caso de duda, busca el Pichincha. En Quito eso te alcanzará para saber siempre dónde está el oeste, asunto de no poca importancia en esta lengüeta urbana uniforme, armoniosa, que parece suspendida apenas por debajo de una corona pasmosa de nubes. Y el Pichincha, palabra que exige reverencia, es un ‘volcán padre’ y también el nombre de una familia entera de macizos montañosos que puede ser tu brújula existencial a través de los días en la capital de Ecuador. Ya lo sabes: busca el Pichincha.

Aquí es probable que escuches la recomendación más de una vez, de boca de guías, de choferes o de cualquier viandante. Un mexicano podrá tener un puñado de ideas preconcebidas sobre Quito —poco más de 300 hectáreas que la Unesco declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad; arte barroco de alta escuela detenido en el tiempo; algún expresidente locuaz; una misteriosa sopita llamada locro y ¡la mitad del mundo, qué caray!—, pero nada lo prepara para el impacto de su geografía.

Tras salir de su aeropuerto internacional, inaugurado hace apenas tres años y conectado desde el este con la ciudad por medio de autopistas comodísimas —el país supo aprovechar los precios altos recientes del barril de petróleo—, uno gana altitud sin pausa y comienza a percibir la presencia de la meseta incluso antes de que se abra por completo, entre laderas empinadas.

Estamos en un puerto templado, no tropical. Un puerto de altura, dirían los ciclistas, a dos mil 850 metros sobre el nivel del mar, en el centro del pecho de los Andes. El aire es delgado, la radiación solar intensa, hemos transitado por varios microclimas y flora con rapidez. Es posible ver la silueta de 16 volcanes desde aquí. Intentaremos describir el empuje particular de esta ciudad, a través de una colección de estampas muy selectas. He aquí una introducción a Quito que intenta hacerle justicia, porque ese mexicano con ideas preconcebidas lleva tiempo dejándola pasar en su camino hacia las islas Galápagos, su destino preferido en Ecuador.

 

Plaza Grande en Quito.

INSTANTÁNEAS DEL TEMPERAMENTO QUITEÑO

Esta es una capital para pasear a pie, lo que no quiere decir que sea bucólica. El tráfico es intenso y el enjambre de líneas de transporte equiparables al metrobús habla de su movimiento. Desde el inicio hay que estar a las vivas y buscar los ejes que revelen las joyas de arte colonial intacto. El carácter del quiteño ayuda mucho; opinamos que es sereno, poco expansivo, pero generosísimo con su plática.

Monumento la Virgen de El Panecillo

Quito nunca fue uno de los centros principales del imperio inca, la conciencia de un pasado lejano y solar sigue allí. Buscar los ejes del arte colonial, decíamos. Pues pronto: la monumentalidad se advierte, sobre todo, en las calles que separan a la Plaza Grande y a la Plaza de San Francisco. A partir de la primera, Quito nació hace más de 500 años, y es más un remanso que una plaza.

Iglesia de la Compañía

Pero el orgullo máximo es la iglesia de la Compañía, a la vuelta de la Plaza Grande, monumento al poder jesuítico, al barroco, al pan de oro, al manejo maestro de la luz natural, al horror vacui (la compulsión por llenar de decoración cada centímetro cuadrado) y al celo por los derechos de imagen. Sí, aquí no puedes tomar fotos personales, pero un poco de paz sin decenas de selfie sticks alrededor no viene mal.

Vale la pena preguntar en la catedral por la visita a sus cúpulas, donde tendrás una de las mejores vistas de la plaza y un buen resumen de la historia. Nos llamó la atención un gran letrero sobre la fachada: “Es gloria de Quito el descubrimiento del río Amazonas”. Se refiere a la expedición de Francisco de Orellana de 1541, que partió de aquí. Un símbolo más del orgullo nada demagógico pero refinado de la capital.

Basilica del Voto Nacional

Vamos a la segunda plaza, la de San Francisco, recorriendo las calles de García Moreno y las 7 Cruces, vías que son muestrarios arquitectónicos, a nuestro entender. Llegamos al ‘centro cósmico’, hogar del convento e iglesia de San Francisco. Sus tres hectáreas de edificación reflejan el tamaño de las ambiciones celestiales de Quito.

No puedes irte sin pasar al menos medio día en el Museo Pedro Gocial, alojado en el propio San Francisco, si el arte colonial te emociona. Podrás conocer a detalle las razones de la fama de la Escuela Quiteña, con sus tallas en madera, cuya delicadeza no tiene comparación en todo el dominio español en América. Otros objetivos, menos claros en el radar: la pinacoteca del Convento de San Diego y el Museo El Alabado, en la calle Cuenca, de arte prehispánico.

TESTAMENTO PARA LA HUMANIDAD

Tras el zoom in, el zoom outMuchas laderas en Quito te dan acceso a miradores. El teleférico al Pichincha, que llega hasta los cuatro mil metros sobre el nivel del mar, probablemente es ineludible, y el aficionado a los retos físicos querrá ascender al volcán y hacer excursionismo por el entorno del poblado de Lloa, un sobreviviente de las erupciones volcánicas.

Capilla del Hombre

Pero opinamos que el mejor mirador, por la enseñanza profunda que imparte, es el barrio de Bellavistaen las inmediaciones del parque metropolitano Guangüiltagua, porque allí se encuentra la Capilla del Hombre, obra magna del pintor y escultor Oswaldo Guayasamín (1919 – 1999).

A modo de un Diego Rivera o un Orozco, el arte de Guayasamín marcó y lanzó a Ecuador hacia el mundo, a partir de la década de los cincuenta. Estableció un diálogo con las vanguardias, y su personalidad magnética conquistó al jet set de la época, pero se le alaba, sobre todo, por atreverse a diseñar un estilo plástico capaz de denunciar y compensar el dolor histórico de los pueblos originarios latinoamericanos.

GUÍA DEL VIAJERO

 ¿CÓMO LLEGAR?

Toma el vuelo directo de Aeroméxico, desde
Ciudad de México. Tiene una duración de cuatro
horas y 20 minutos.

 ¿DÓNDE DORMIR?

Casa Gangotena. Palaciego, tope de clase,
puedes dejar pasar la tarde entre sus patios.
Plaza de San Francisco. casagangotena.com

 ¿DÓNDE COMER?

ZFood Pescadería. Un muy buen primer
acercamiento a los frutos del mar ecuatoriano.
En el barrio de González Suárez.

CACAO

Ecuador llegó a ser el principal
productor de cacao, por
volumen. Ahora solo lo es del
cacao fino de aroma que
gana premios por todo el
mundo.

CERVEZA ARTESANAL

En los últimos tres años
30 marcas de cerveza
independiente han nacido en
Ecuador. Te recomendamos
las variedades de la marca
Páramo, producida por
alemanes, aunque la Abbey
Ale de Quiteña nos conquistó.

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Promotor y gestor creativo. Creador. ciclista y lector.