¿Y para qué las letras?

Parece irónico y fascinante hecho de describir con letras lo que las letras abarcan

Es común en la sociedad actual que, al hacer mención acerca de cursar una carrera con enfoca en lo literario o trabajar haciendo algo alusivo a la bellísima tarea de leer y escribir, las personas asuman una idea errónea acerca de ello, pensando que el mundo de las letras no deja recursos suficientes para una estabilidad fija o incluso menospreciando el trabajo y tiempo que reside en tomar una idea, imagen, palabra, evento o breve momento de inspiración del escritor para transformarlo en algo más, sin dejar de lado su predispuesta esencia.

Aunque para los que nos encontramos voluntariamente inmersos entre las líneas del todo, en la sensación que recorre el cuerpo y se pasa a la punta del lápiz para ser plasmada en papel y en la ruptura de renglones de lo establecido nos queda clara la función de este arte en la vida diaria, aún existe entre tantos otros la interrogante: ¿Y para qué las letras? Espero se encuentre cómodo, queridísimo y estimado lector, pues pretendo robarme (en caso de que no lo haya hecho todavía) su atención por un buen rato.

Me parece irónico y fascinante el hecho de describir con letras lo que las letras abarcan, pues es un explicación implícita con tan sólo mencionarla; sin embargo, para quien quizás nunca lo había pensado, las letras, antes que nada, dejan grabado entre ellas el génesis concreto y descifrable de un todo previamente acontecido para su eterna retrospección, revisión, evolución y trascendencia. Al estar sometidos a una mortalidad inminente, los seres del pasado decidieron eternizar los segundos que marcaron su vida a raíz de algún sentimiento, momento o pensamiento fugaz, tratando de que, en la superficie donde quedase impuesto lo anterior, el tiempo fuera aliado y no enemigo, permitiendo su infinita duración. Las letras hacen que perdure el génesis, pues la memoria, en algún punto, siempre deja de funcionar. Para aquellos creyentes, las enseñanzas más sagradas de su Dios se encuentran entre líneas y pasajes, detallando situaciones que hacen vibrar la mente, la piel y el corazón. Siendo que “cada cabeza es un mundo”, la literatura no se predispone a un tipo de pensamiento concreto, sino que permite al individuo echar a volar su imaginación, creando escenarios y detalles infinitos que, en ningún caso, serían parecidos a los de algún otro, pues las letras, entre otras cosas, siempre han sido precursoras del respeto a la diversidad; entre sus encantos, ese es el más grande de todos: darle un génesis distinto al génesis de lo ya existente.

Creadoras de los significados, las letras son símbolo de honor y compromiso en todos los ámbitos; si bien “las palabras se las lleva el viento”, los manuscritos prevalecen y son viejos amigos del viento mismo debido a que nos los desaparece, sino que los transporta a lugares donde, sin duda, siempre habrá alguna persona que los encontrará y revivirá con el primer contacto.

Puente entre el universo de las ideas y la creación de lo tangible, encuentro sublime entre quien escribe y quien lee, renacer del pasado en cualquier otro tiempo, eternización del conocimiento por los siglos de los siglos, las vidas de las vidas y los espacios de los espacios. ¿Qué para qué las letras, querido lector? Le dejo la respuesta entre las letras mismas: para poder vivir.

María Treviño

Joven apasionada por las letras, heredo de su madre y abuela los deseos de contar historias, con apenas 19 años de edad, María Treviño ya sabe lo que quiere en la vida, escribir es la máxima expresión de su existencia.