“El arrepentimiento no nos recuerda que actuamos mal; nos recuerda que sabemos cómo podemos actuar mejor”.
Kathryn Schulz
¿Qué es lo correcto y a los ojos de quién? ¿Seguirnos lamentando por algo que no se puede modificar o seguir adelante y tratar de vivir sin arrepentimientos?
Hay decisiones que se tomaron pensando que eran lo más importante y correcto, mientras que un año después no representan ni una prioridad. El agobio de ese pasado, nos inhibe la capacidad para disfrutar del presente, y nos impide planear el futuro.
Aprender a identificar y aceptar las emociones, es parte de la inteligencia emocional. Reconocer que nos sentimos asombrados, tristes, decepcionados, heridos… no es algo negativo, sino es comenzar a abrazar la situación presente, esté como esté.
Recuerdo aquel dicho tan cierto, “Las buenas decisiones vienen de la experiencia, y la experiencia viene de las malas decisiones.” Y es que todo lo que nos toca caminar, atravesar, vivir… va acompañado en ocasiones de una pesada mochila que se llama “culpa”.
El arrepentimiento es la emoción que nos embarga cuando pensamos que una situación podría ser mejor o más feliz si hubiéramos hecho algo diferente en el pasado.
La culpabilidad aparece cuando nuestra brújula interior nos resuena e inquieta, nos lleva a cavilar y pensar más y más de lo mismo, y nuestra razón no está de acuerdo con nuestra parte emocional. Nos hemos sentido culpables por haber lastimado a alguien más aunque no haya sido nuestra intención, o arrepentido por haber tomado una decisión inmadura que nos haya marcado de por vida; pero si no hemos sido capaces de identificar esa culpa o ese arrepentimiento, podemos arrastrarlo y corroer de amargura todo lo que nos rodea.
Recuerdo el caso de una joven, que vivía reprochándose haber tomado una mala decisión, en la que había afectado tanto a sus padres y no podía perdonarse haberles decepcionado. Ese pensamiento, la arrastraba una y otra vez a una inseguridad mayor, a un mayor dolor, a un hoyo sin salida. Bien dicen que cuando se está en el túnel, es imposible ver la luz, también es imposible acallar el arrepentimiento cuándo no se es compasivo con uno mismo.
Kathryn Schulz, escritora norteamericana, en su charla de TED sobre el arrepentimiento, nos afirma: “Si quieres ser totalmente funcional y humano, necesitas aprender a vivir no sin arrepentimientos sino con ellos.”
Según Schulz, el arrepentimiento opera en nuestra consciencia de esta forma…
Negación.- Una reacción aparente de pensar que lo hecho desaparecerá como por arte de magia. Y esto no ayuda a solucionar ni a analizar las razones del problema.
La sensación de la perplejidad.- Este sentimiento que nos invade cómo si no fuera nuestra la decisión equivocada, cómo si fuera una decisión salida de nosotros o tomada por alguien más.
Deseo de castigarnos.- Este impulso, aunque falso, de querer latiguearnos o reprocharnos más, cómo si eso fuese a solucionar el problema.
Perseveración.- Concentrarse obsesivamente en un acto o hecho específico. Un acontecimiento que nos absorbe, bloquea, e impide reaccionar.
Despertador existencial.- Cuando se toma conciencia de que la mala decisión nos hace sentir indefensos, expuestos y vulnerables a un mundo insensible e indiferente.
Schulz comparte tres posibles claves, para manejar el arrepentimiento asertivamente…
Consolarnos pensando que no es un sentimiento aislado que nos ocurre sólo a nosotros, sino que es universal. Y que por más que no queramos reconocerlo, en algún momento nos hemosarrepentido de una decisión tomada.
Aprender a reírnos de nosotros mismos, porque el humor, nos permite eliminar la fijación con los problemas ya ocurridos y cambiar la perspectiva.
Permitir que el tiempo pase, y ser compasivos con nosotros mismos.
En nuestro mundo perfecto, no se nos permite atravesar una experiencia dolorosa. Se nos educa a “tapar” y a querer “deshacer” o bien hacer “delete” en nuestra memoria lo ocurrido. Pero en cierto momento de la vida, nos toca afrontar esa realidad.
Cada lección que nos da remordimiento, es también una enseñanza de vida. Deseamos avanzar en nuestras metas y proyectos, hacer las cosas mejor, amar a las personas y no lastimarlas, y es natural que sintamos dolor cuando las cosas salen mal.
Somos humanos y seamos humanos, no perfectos. La cuestión no es vivir sin ningún remordimiento, la cuestión es no odiarnos por tenerlos. Como diría Kathryn, necesitamos aprender a amar las cosas defectuosas e imperfectas que creamos, y perdonarnos por haberlas creado. Aprender que todas las emociones son parte del camino, y aceptarlas y mirarlas, me ayudará a vivir con mucha más paz.