Resulta que esta analogía empieza a fluir hace unos días. La última fue con una paciente que, como muchas otras personas, vienen al consultorio con los brazos cruzados, la ceja levantada y diciendo en voz alta: “pues me contaron que tú me ibas a decir lo que yo tenía” tal cual como si yo fuera brujo o adivino, y en serio no tienes idea de cuántas veces me pasa. Empezamos a hablar de cómo sufría una intolerancia ante su pareja. “Es que ya no me quiere… es que ya no se me acerca… es que ya no me busca… es que yo estoy evolucionando y él no… es que me desespera su pachorra… Y últimamente se la pasa diciendo que él se está dando cuenta que no es suficiente para mí.”
Que triste que cuando empezamos el enamoramiento, no vemos la calidad del fruto que nos ofrece el manzano. Creemos, no sólo lo que se me da en este momento es suficiente, sino que con el tiempo crecerá y dará más sombra y mejorará el tamaño y la calidad de la manzana. Craaaaso error. Estoy seguro que podemos mejorar por gusto, porque queremos, no porque la otra persona nos lo pide o presiona para hacerlo.
Seguimos con esta última paciente después de escucharla pacientemente a que me explicara todo su conflicto con pareja (recordemos que ella esperaba que yo le leyera la mente), mi pregunta fue: “¿qué tanto fertilizante le has echado al manzano? Ahora, sí tú eres un Peral que da 40 peras al año y das dos metros de sombra, ¿porque quieres esperar que un manzano que sólo da 20 manzanas al año y da un metro de sombra sea igual o más que tú? Porque te aseguro que si lo jalas del tallo hacia arriba para “ayudarlo” no va a crecer… más bien ese tallo se va a romper.”
Cuando la paciente escuchó la frase de qué tanto fertilizante le has puesto al manzano, empezó a abrir los ojos desmesuradamente. Por obvias razones y muy a mi pesar no puedo transcribir la majadería que salió de sus labios. ¡Ahora me doy cuenta! Exclamó después del palabrón.
¿Qué culpa tiene el manzano de ser manzano?
¿Porque el Peral espera que el manzano este a su altura o le regresen lo mismo que da?
Las relaciones humanas son así. No quiero decir egoístas, pero pues por ahí va. Chécate esto: ¿Cuántas veces te han regresado lo mismo que has dado? En amor, en tiempo, en cuidados… nunca ¿Cierto?
Ser felices con lo que somos, dar amor sin esperar nada a cambio, ser congruentes entre lo que pensamos y hacemos, cosas así son parte del secreto de ser feliz sin importar el huerto en que te encuentres.
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EL AUTOR
Dr. Guillermo Barquet, Coach en manejo de stress y especialista en rehabilitación física acelerada. Conferencista internacional y educador en diferentes herramientas terapéuticas.
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