La gente está muy necesitada de ser escuchada, de expresar su punto de vista, tanto así que olvida que existe la empatía, el respeto y la gentileza.
Hace unos días leía el editorial de la revista de Martha Debayle y coincido con ella sobre el shock, la tristeza y la decepción al ver la cantidad de comentarios de odio, crueldad y enojo en redes sociales.
Personas que creen tener la autoridad para juzgar de forma negativa la vida de los demás y justifican su comentario con “eres persona pública”, “para que subes la foto” “tengo derecho a opinar”.
“¿Será que la era digital que estamos viviendo incita a los cobardes a hablar o es porque simplemente ya no hay honor, bondad, consideración?”
Será que la gente está muy necesitada de ser escuchada, de expresar su punto de vista que olvida que existe la empatía, el respeto y la gentileza.
Personas que dicen tenerlo todo, pero carecen de algo muy importante; la educación del alma.
Asusta ver a madres y padres de familia insultando a través de un teléfono celular, utilizando frases vulgares y comentarios despectivos.
¿Qué les están enseñando a sus hijos y cuál es el ejemplo que están dando?
El Dr. Pal Dhall sostiene que los primeros cinco años de desarrollo de los niños son los más importantes y que valores como la verdad, el amor, la rectitud, la paz y la no violencia son los pilares para un desarrollo integral y humano, propiciando siempre una coherencia entre lo que se piensa, lo que se habla y lo que se hace, pasando siempre por el filtro del corazón.
¿Cómo es que queremos una sociedad distinta si a la primera de cambio se ofende, se agrede, se maldice?
Si le enseñan a sus hijos a defenderse a golpes, a decir malas palabras y hablar por hablar.
Hay muchos factores que indican la falta de amor, de cuidado, de respeto; cifras alarmantes de adolescentes tristes, agresivos, ‘buleadores’ que no tuvieron las bases sólidas para llevar una vida en armonía y con tolerancia a la diversidad.
Es momento de hacer una pausa, de reflexionar y de preguntar si solamente se está desarrollando el intelecto de los hijos o también el alma.
Y así como lo mencionó Debayle, unámonos al reto de ‘la buenez’ para unir fuerzas y transformar nuestras vidas, las de los demás y cambiar el mundo desde nuestra trinchera.
Que seamos más los buenos, los educados, los de grandes sentimientos los que están para aportar, sumar y hacer una red de cambio de muchas formas.
Y recordar que
Si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada.