Millones de historias, con escenarios distintos, personas diferentes; pero con el mismo grado de importancia y muchos sentimientos sin expresar.
¡Qué lecciones tan fuertes, qué cambios tan radicales, qué adiós tan frío!
Cerrar ciclos es importante, para despedirnos de algo que fue parte de la vida por algún tiempo y darle la bienvenida con los brazos abiertos a las nuevas oportunidades que están por llegar.
Como lo he dicho anteriormente, este año ha sido épico, inesperado, incierto y totalmente diferente.
Los últimos meses del ciclo escolar son los más anhelados, los más divertidos y los que hacen que el esfuerzo que se pone en cada uno de los exámenes finales y en todas las materias valga la pena.
Lamentablemente las clases en las aulas terminaron en marzo, mucho antes de lo normal, y no volvieron a reactivarse. Quedaron en el aire eventos memorables que por tanto tiempo deseamos y esta vez no pudieron realizarse.
Nadie lo esperaba, nadie lo creía y la esperanza de poder concretarlos no se perdía. Sin embargo, los vestidos se tuvieron que quedar colgados en el armario, las playeras deportivas se quedaron sin firmar, las fotos en la guerra de globos de agua no se capturaron, y los abrazos ya no se dieron.
Las graduaciones son uno de los recuerdos más bonitos que se atesoran en el corazón por siempre. No es solo una fiesta. Son logros, sueños, alegrías, tristezas, risas, recuerdos y despedidas resumidos en una noche.
Una última oportunidad para compartir con los amigos, los compañeros, los maestros y aquellas personas que formaron parte de ti, que te ayudaron a construir una historia y a convertirte en lo que hoy eres.
En este 2020 no pudieron llevarse a cabo. No hubo una última canción, ni un buen adiós, tampoco besos en la mejilla, entrega de diplomas, reconocimientos y aplausos.
Pareciera que el coronavirus se llevó todo. Sí, la verdad que se ha llevado tanto, nos ha dejado a todos helados, con miedos y esperando.
Las generaciones graduadas en tiempo de COVID-19 merecen más halagos, más felicitaciones, más elogios y muchas más palmas. Se reinventaron, se esforzaron el doble y buscaron muchas formas para poder cerrar su ciclo: caravanas, ceremonias en línea, fiestas desde carros, etc. Es momento de aceptar las circunstancias, de estar agradecidos, de abrir las alas y volar alto.
Ver todo esto como un gran aprendizaje y estar preparados, porque la vida así es: incierta.
Nunca sabemos qué es lo que va a suceder y si nuestros planes saldrán como esperamos