Conforme pasan los días, lamentablemente esto de la pandemia se va normalizando. Ya cumplimos medio año de vivir así, con temor a enfermarnos, con miedo a contagiar a nuestros familiares.
Cuando escribí mi primera columna referente a este tema jamás imaginé que, después de 6 meses, seguiría; pues creía que la cuarentena sería suficiente y volveríamos a nuestra vida normal.
Llegué a pensar que eran unas vacaciones y un tiempo de relax para todos: ver series, jugar juegos de mesa y crear actividades diferentes para matar el rato.
Sí, ha pasado de todo a lo largo de este tiempo, lo que más me duele es ver el sufrimiento ajeno y el dolor de los demás.
Muchas personas han perdido la vida, otras han experimentado lo que es tener el virus y lo han descrito como algo terrible, y muchos otros no han sentido nada. Así de complicado es esto, nadie sabe cómo le va a tocar.
También la ansiedad y la depresión se han manifestado, pues el aislamiento social y lo impredecible de la economía han hecho que muchos pierdan sus empleos o presenten ventas nulas en sus negocios.
¿Se aprenderá algo de todo esto?, ¿es una lección de vida?, ¿hay algo positivo en tanto negativo?, o ¿simplemente es algo que debía pasar y algún día lo olvidaremos? Yo sí me lo cuestiono y la mayoría de las veces mis respuestas dependen de mi estado de ánimo.
Ha sido muy difícil adaptarnos a esta nueva normalidad, pero también hemos comprobado que somos capaces de cambiar. ¿Imaginabas algún día que los niños tomarían las clases en línea o que ir a la oficina no era tan indispensable?
Han sido meses de demostrarnos el valor de la familia, de fortalecer los lazos con los nuestros y darnos cuenta de cuál es la verdadera riqueza. También hemos visto en lo que podemos invertir, a quiénes debemos de reconocer y cuáles son los empleos que debemos valorar.
Estas líneas las quiero aprovechar para esto, para dejar plasmado mi sincero agradecimiento a cada una de las personas que han sacado la casta en estos momentos, que a pesar de la tristeza no se han dejado vencer.
Al personal de salud que arriesga su vida a diario y son los que luchan 24/7 con el virus. A los que trabajan en los hospitales y con miedo hacen frente a sus obligaciones.
A los paramédicos que trasladan a los enfermos a los hospitales y con ellos llevan las esperanzas de toda una familia.
A los que les ha tocado cuidar a enfermos en casa, a la gente que trabaja en los laboratorios y hacen cientos de pruebas a diario.
A los que cumplen con las medidas sanitarias, a los ciudadanos responsables, a los empresarios que cuidan de sus empleados, a los emprendedores que apenas iniciaban su negocio, a los maestros, a los abuelitos aislados, a los niños que se han quedado sin escuela, a todos.
A los que se reinventaron, a los que innovaron, a los que se cayeron y luego se levantaron.
A ti y a mí, que seguimos en este camino, sin saber qué es lo que va pasar; pero seguimos teniendo mucha fe y le ponemos corazón a lo que nos toca hacer.
“Siempre hay que encontrar el tiempo para agradecer a las personas que hacen una diferencia en nuestras vidas”, John F. Kennedy.