La primavera se ha estacionado en mi jardín, y con ella los colibríes, las flores y las plantas. Hoy todo brilla más: el sol, las hojas de los árboles y el pasto con un nuevo verdor.
El cambio de estación es una buena forma de medir el tiempo, de observar detenidamente los cambios naturales de la vida y una oportunidad de parecernos más a ella.
Qué alegría hoy poder disfrutarla, contemplarla y sentirla, pues hace un año, con tanto miedo, fue imposible gozarla.
Después de 365 días con una vida totalmente diferente a la que conocíamos y con tantas pérdidas, tristezas, altibajos y miedos, me pregunto: ¿los seres humanos tenemos la misma capacidad para renacer, renovarnos y florecer?
Definitivamente sí. Es impresionante, como sociedad, lo que hemos inventado, lo que hemos logrado, realizado y conseguido en todo este tiempo, pues en esta pandemia encontramos muchas formas de hacer las cosas para continuar con nuestras actividades y sobrevivir.
Clases totalmente virtuales, trabajo desde casa, ventas por internet, reuniones por celular, comidas a domicilio, fiestas en caravana, besos expresados por emojis y mucho más.
Sí, todo esto ha costado trabajo, ha sido un camino diferente aunque funcional, y es lo que por algún tiempo permanecerá vigente.
Así que si nos quedaban dudas, todos podemos llegar a acoplarnos, a modificarnos, a desaprender conductas y a reaprender nuevas modalidades en cualquier ámbito de nuestra vida.
Y que a pesar de las inseguridades que nos dan los cambios, hay distintos caminos que llegan a nuestro destino y quizás pueden sorprendernos los resultados.
Aprovechemos este tiempo para reflexionar qué es lo que ya no queremos tener en nuestra vida, esas acciones, personas, rutinas y pensamientos que nos hacen daño, y dejarlas ir. Curar nuestras heridas, borrar las cicatrices, sanar nuestra alma; buscar nuevas propuestas, modalidades para hacer las cosas que nos devuelvan la alegría, la ilusión y las ganas de seguir viviendo.
Acompañemos a la primavera en este nuevo curso y junto con ella brillemos. Todo es posible si tenemos ganas, si estamos convencidos y lo queremos con todo nuestro corazón.
“Viene la hermosa primavera y cuando la naturaleza reanuda su belleza, el alma humana también puede revivir”, Harriet Ann Jacobs.