En días recientes hemos escuchado por distintos medios el caso de la Youtuber Yosseline Hoffman, mejor conocida como YosStop. Se han debatido todo tipo de posturas al respecto, como locutora comparto mi opinión.
Siempre he sabido que al estar detrás de un micrófono estamos un poco más expuestos, a que nos señalen, nos critiquen, o que nos juzguen. Es cierto. Pero también es verdad que estar detrás de un micrófono, una cámara o en los medios digitales conlleva una gran responsabilidad en el que pocas personas son conscientes del impacto que estas tienen al hacer mal uso de ellas.
Independientemente del material que estamos compartiendo no existe un Organismo regulador que mida cada uno de los contenidos que se suben a las redes sociales. Si bien, los que controlan a los medios tradicionales son los Defensores de las Audiencias, mismos que son regulados por El Instituto Federal de Telecomunicaciones, por sus siglas “IFT”. En las redes sociales independientes de influencers o Youtubers no existe tal regulación y las consecuencias de ello empiezan a darse a conocer. Esto apenas comienza.
De 2016 a 2019 estuve al frente de un programa de radio al cual siempre le tuve mucho respeto y todo el tiempo, emisión tras emisión, fui sumamente cauta con los temas que presentaba, las perspectivas y, desde luego, lo que yo expresaba. En ocasiones pequé en la exageración al revisar los guiones, el contenido y el tipo de invitados y expertos que llevábamos al programa, pero conforme pasaban los días fui acumulando evidencias de muchas personas que tomaban decisiones a partir de lo que escuchaban en el programa.
Con los años, el grupo de personas que nos seguían y la cercanía que manifestaban frente a las entrevistas fue incrementando. Recibí llamadas, correos, mensajes de radioescuchas que habían cambiado sus vidas porque hubo una frase que escucharon y les hizo sentido, porque se quedaron con alguna reflexión, porque se sintieron identificados con todo lo que escucharon o simplemente porque se dieron cuenta que no estaban solos con su problema.
Por lo anterior, decidí escribir mi primer libro donde recopilé las entrevistas más significantes, aquellas que tocaron más vidas, las que nos hicieron reír, llorar o simplemente darnos cuenta de alguna situación. Al día de hoy, cuando revivo esos episodios, ahora escritos, me siento satisfecha porque como equipo supimos orientar el contenido hacia algo productivo y con consecuencias buenas para quienes nos escucharon.
Estoy convencida de que somos el resultado de lo que consumimos, entonces, como productores de contenido, tenemos que asumir la responsabilidad de crear, sí, pero con consciencia, no solo “volviéndonos famosos” a costa de discriminar, humillar, juzgar o burlarse de otro ser humano, sin importar su postura o sus gustos personales.
Es muy desafortunado lo que ha sucedido con Yosseline Hoffman, pero la ley es clara. En un video editorial ¡Yo que voy a saber! del medio de comunicación Código Magenta lo describen
de manera concisa “YosStop Almacenó, Compartió y Describió un video con carácter sexual en el que intervino una menor de edad y todo esto es un delito”.
Espero que este caso sea una sacudida para todos los creadores de contenido y que los haga conscientes de que comunicar es una gran responsabilidad ¿están listos para asumirla?
Twitter: @claravillarreal