Usted y yo lo hemos comentado en este espacio: el mundo, y luego de la maldita pandemia del virus chino, se ha achaparrado. El mundo se ha achicado de manera brutal. Los estragos están a la orden del día y en todo lugar. En cualquier actividad del quehacer humano hay una infección letal. Una de las actividades que casi pasan a mejor vida (de hecho, es eso, ya murió esta industria) es el mundo editorial en todas sus aristas y dimensiones. Diarios y revistas desaparecieron. Libros ya casi en extinción.
De hecho, e insisto, aquí lo hemos comentado: librerías ya no existen como tal. A la antigua, de ladrillo, hormigón y madera. Ahora todo está en línea (eso se piensa) y todo se pide a las grandes plataformas y emporios que facturan millones a costa del cliente, el cual es inexistente como tal, solo es un número de tarjeta de crédito al cual enviarle un libro, comida china, gorditas de Michoacán o un serrucho.
De 40 y tantas librerías que existían en la mancha urbana de Monterrey y sus alrededores, hoy sobreviven 5. Y mal surtidas. En una de ellas encontré una revista española, la cual pensé ya había desaparecido: “Muy Interesante”. El número es el correspondiente al mes de mayo de este año en curso. Atrasada y por meses, pero acaba de llegar a los solitarios anaqueles de las librerías. La revista es de fácil digestión, pero se dejan sus temas, los cuales los reporteros escriben con donaire y sin pretensiones.
El tema central o dossier de esta revista es “Mitos de la comida”. Se abordan siete mitos sobre la alimentación muy arraigados en nuestro imaginario colectivo: el gluten, la leche y su bálsamo de sanidad siempre presente, las comidas de cinco o seis veces por día, aborda el peso corporal, eso llamado gordura como sinónimo de mala alimentación, el flagelo de los carbohidratos y algo muy arraigado de un buen tiempo a la fecha: ¿comer únicamente legumbres y plantas es suficiente como dieta vegana para obtener proteína y vivir bien?
Sin duda dichos mitos de gastronomía están bien escogidos para analizarlos y desmenuzarlos. Y, claro, dentro del análisis y reportaje se hace hincapié en la influencia (no siempre para bien) de Internet y los pseudo-especialistas (ahora se les conoce como “influencers”), los cuales pontifican en la red sin un conocimiento científico serio y reconocido.
Y es que usted lo ha visto, imagino a racimos: muchas, demasiadas personas se autodiagnostican como celíacas gracias a recomendaciones o videos de “influencers”. Los números no mienten: 98 por ciento de la humanidad puede comer gluten (trigo, cebada, centeno, principalmente) sin problema alguno, no son intolerantes ni alérgicos a ello. Solo 2.6 por ciento de la población son realmente intolerantes al gluten. Pero ahora, como una especie de moda, todo mundo se dice intolerante. Igual a la leche. Pero bueno, siempre es mejor una sola cosa: ir con su doctor ante cualquier duda o padecimiento. Si ve la revista, cómprela, aporta buenos datos y deshace entuertos gastronómicos.