POR: FERNANDA DE NIGRIS / FOTOS: CORTESÍA
Año con año, cientos de familias y jóvenes saltillenses deciden dejar a un lado las vacaciones de Semana Santa para ir de misiones. Durante estos días, predican la palabra de Dios a comunidades rurales que no tienen la facilidad de recibirla. Cada quien vive esta experiencia de manera diferente, pero todos siempre terminan con una gran satisfacción, pues hay más dicha en el dar que en el recibir. Dar testimonio de la fe católica y ofrecer amor y alegría a las personas que más lo necesitan es algo que no tiene precio.
Familia Misionera
Arteaga, Ejido de Chapultepec
Familia Segovia Escalante
Para la familia Segovia Escalante, no hay nada más gratificante que el ver cómo sus hijas regresaron emocionadas y contentas de poder conocer y convivir con los niños del ejido y de participar en las actividades de misiones.
Esta experiencia les dejó más a ellos de lo que realmente dieron, pues aprendieron mucho de la generosidad de las familias del pueblo. Junto con toda la familia, llevaron el mensaje de amor y esperanza a quienes más lo necesitaban.
“El poder trabajar en equipo con toda la familia para llevar el mensaje de Dios a quienes más lo necesitan es lo que hizo especial estas misiones”.
Juventud Misionera
Guanajuato
Familia Ávalos Reséndiz
La función principal de la familia Ávalos Reséndiz en estas misiones fue apoyar y acompañar a los misioneros.
Para ellos no hay nada más bonito que ver el amor de Dios reflejado en las personas que te dan todo su amor y se entregan de corazón a los misioneros sin esperar nada a cambio, más que su compañía y la alegría que transmiten.
Ver los testimonios de fe y esperanza y cómo los jóvenes logran valorar las cosas buenas en sus vidas, regresando llenos del amor de Dios, es lo más satisfactorio que se llevó la familia.
“No importa si tienes luchas difíciles o fáciles, Dios transforma a través de las vivencias de una misión, porque al final de la semana te das cuenta que eres tú el que termina más beneficiado con estos días”.
Misiones SAMARA
General Cepeda, El Jaralito
Familia Cabello Cabello
En estas misiones, la familia Cabello Cabello creyó que iba a dar y enseñar, pero acabó recibiendo y aprendiendo mucho de Jesús y de las personas que conocieron ahí.
Su mayor enseñanza fue valorar y agradecer todo lo que tienen. Además, se dieron cuenta de que en esa zona hay escasez de sacerdotes y existe una gran necesidad de ellos, pues al Jaralito
rara vez puede ir el párroco por tanto trabajo que tiene.
“Vale la pena dejar las vacaciones de descanso y las comodidades porque es una experiencia que nunca se va a olvidar, pues llena el corazón de gratitud y alegría”.