Como sociedad, nos preocupa mucho el qué dirán, lo que se habla tras nuestras espaldas, lo que piensa la gente de nuestros actos y decisiones.
Les mentiría si les dijera que a mí no me angustiaban los juicios hacia mi persona o no me frenaba el miedo a ser juzgada o señalada a la hora de tomar alguna decisión.
Como seres humanos, nos importa que nuestro nombre esté de boca en boca, mucho más cuando lo que se dice no es verdad, son meras suposiciones o son aspectos referentes al físico.
A nadie le gusta que lo que hacemos sea motivo de alguna charla negativa entre personas, cuestionamiento o chisme.
Conforme vamos madurando o encontrando herramientas para desarrollar nuestra inteligencia emocional o amor propio, comprobamos que el clavarnos en eso es una verdadera pérdida de tiempo y un freno para nuestros sueños y libertad. Es algo que debimos haber aprendido a temprana edad y así evitarnos un sufrimiento que únicamente nos conduce a tener una baja autoestima e inseguridades, así como una constante comparación con la vida de los demás.
Cuando sabemos bien quienes somos, los valores que nos definen, las cualidades que sobresalen y los defectos en los que constantemente trabajamos, comprendemos que nuestro valor es muy grande como para detenernos a escuchar esos ruidos que dañan nuestra mente y corazón. Dejar de enfocarnos en eso es un trabajo de todos los días, una decisión que tomamos cuando queremos crecer y transmitir un mensaje distinto a los que nos rodean y a las nuevas generaciones.
Me enfoco en mí, en lo que hago, en cómo reacciono y lo que transmito, dejando a un lado las creencias que tienen los demás de mí, pues eso no me define. ¿Qué quiero transmitir?, ¿de qué me alimento?, ¿de quién me rodeo?, ¿hablo y actúo a través de la envidia y malas energías o me enfoco verdaderamente en aquello que me hace brillar?
Responder estas preguntas nos llevará a cambiar ciertas actitudes o a seguir contagiando de buena vibra y energía a todos, a seguir desarrollando hábitos que nos lleven a sonreír más, a prosperar en todos los aspectos de la vida, a preocuparnos por el prójimo, a decidir sin titubear, a ser resilientes, a mostrar afecto, a disfrutar de la vida, a buscar un crecimiento personal y a aprovechar las oportunidades que se nos presentan.
Que lo único que se pueda decir de nosotros es que vivimos conscientes y orgullosos de cómo somos, de la alta frecuencia en la que vibramos, llenos de energía, de positivismo y de buen humor.