Lo he publicado no pocas veces, pero vale la pena repetirlo: si usted quiere hacerse millonario, necesita hablar el idioma del dinero: inglés. Si usted quiere comunicarse con Dios, es obligado hablar arameo o, mínimo, hebreo. ¿Quiere usted enamorar a una bella mujer, quiere usted aderezarle el oído, pedir un buen vino tinto, un buen plato y luego llevarla a… donde usted diga? Es obligación hablar francés. O bien italiano. Dios habla arameo, los negocios se hacen en inglés y las buenas musas entienden el idioma del amor y los versos, la buena comida y tertulia: el francés.
Caramba, ya se me fue la vida y no sé de estas lenguas. Intento traducir del inglés a mis poetas favoritos y no doy pie con bola. ¿Hebreo o arameo? Puf, ni pensarlo; no obstante, usted lo sabe, cursé durante seis años la carrera de Teología en el ISER, pero no sé nada de esos idiomas y la lengua de Jesucristo. ¿Y el francés? Peco de ignorante, tampoco. Pero trato de subsanar lo último asistiendo, con la regularidad que mis finanzas me permiten, al “Bistro République”, proyecto gastronómico de Luis Felipe Hernández. Cocina francesa sin pretensiones, precisa y con su toque bien logrado de sabor. El lugar tiene una decoración minimalista, lo cual obliga a la charla dilatada y al brindis fraterno, sin querer uno abandonar lugar tan confortable para la buena bebida y la lectura.
Y para fortuna de Saltillo y la región, el lugar acaba de arribar a sus primeros 10 años de vida: un lujo para Coahuila. Fue específicamente el 22 de febrero. Fui invitado de última hora. Y lo platico porque el empresario, el chef Luis Felipe Hernández, me marcó a mi desvencijado celular justo antes de la celebración y me dijo lo que todo mundo sabe: me había mandado “N” correos, invitación por Facebook, Instagram y lo de hoy: WhatsApp. Pero, usted lo sabe… no tengo ninguna de esas anchetas de lo virtual. Puf, soy un primitivo. Pero me marcó amablemente y fui un rato a su fiesta.
Sigo pensando lo mismo y lo vuelvo a firmar: el lugar es bello, la decoración es una de las mejores de la ciudad (minimalista, repito) y la relación de los platillos y bebidas en eso llamado precio/calidad no tiene comparación. Lea usted lo siguiente de un poeta francés, por supuesto, Alfred de Vigny:
“¿Qué elixir es aquel? Pescador, es la ciencia.
Es divino elixir que el espíritu bebe,
pensamiento, experiencias, que son todo un tesoro”.
¿Quiere usted disfrutar de un buen elixir? ¿Un buen vino de cosecha reservada? Caray, no los de Coahuila, ya tan sobados (y buenos algunos, seamos francos), sino el origen de la civilización y lo que nos hace humanos: en “Bistro République” hay uno de mis favoritos, uva negra (pinot noir), un “Louis Latour Valmoissine”, una maravilla de Dios y de los hombres. Tienen un merlot de colección, el “Grand Bateau”; de España, tienen uno del valle de la Rioja, un “Finca San Martín”.
¿Platillos? Caramba, no sé qué decirle porque ya me acabé el espacio (como siempre), pero ahí le van mis favoritos, sin orden, ni concierto: “saumon á la poéle” (salmón a la plancha), “steak pommes frites” (300 gramos de rib eye sin hueso a la mantequilla y finas hierbas, un prodigio). Como entrada, pruebe usted “croquettes brie”: cinco piezas, cinco círculos perfectos de queso brie, servidas con salsa de frambuesa y chipotle… Mmm, volveré al tema.