CAFÉ "LA COLMENA" | Saltillo360

CAFÉ “LA COLMENA”

El díptico aquí publicado, donde abordé esos puestos de socorro llamados “cafeterías” o sencillamente “cafés” (vamos al café, se dice coloquialmente), fue bien recibido por usted, por lo cual agradezco su lectura y comentarios. Un atento lector me mandó la siguiente nota y apostilla; fue lacónico, pero preciso: “maestro Cedillo, me ha gustado mucho su díptico. Le sugiero leer la novela “La Colmena” de Camilo José Cela, le va a gustar. Un abrazo de su ferviente lector dominical”.

Para fortuna mía, pues sí, tenía la novela en mis anaqueles y, pues no, no la había leído jamás. Una omisión grave de mi parte, seamos francos. Y usted lo sabe, Cela es Premio Nobel de Literatura, por lo cual el yerro se amplifica. En tiempo récord, he dado cuenta de la novela y me ha gustado a mares. Fue publicada en 1951, aunque su ambientación es el Madrid de 1945, los años de la posguerra. La novela es un periplo de más de 300 páginas, pero, asómbrese lector, aparecen más de 300 personajes ficticios y reales. Algunos de ellos solo florecen una vez y desaparecen en un Madrid podrido y tapizado de cadáveres.   

Y lo repito, para entrar en materia: ¿quién no lo sabe? Los restaurantes, las cafeterías o los llamados cafés han sido clubs políticos, centros de conspiración y espionaje, refugios en la tarde lluviosa para las parejas de amantes, resguardo de vagos y rufianes, puestos de socorro para literatos y poetas perdidos en sus líneas, periodistas sin un clavo en el bolsillo, amas de casa desesperadas, abogados en bancarrota, prostitutas famélicas… todos, todos son bien recibidos en este tipo de lugares, no pocas veces abiertos las 24 horas. 

Y da la casualidad, y buena literatura de Camilo José Cela, que la mayor parte de la novela “La Colmena” se desarrolla en una cafetería, el llamado “Café de doña Rosa”. Así de sencillo, aunque luego en el transcurso de la lectura sabremos de su nombre oficial: “La delicia”. Y en esta cafetería sucede la mayor parte de la trama de la novela. Un universo perfectamente redondo, donde conviven personajes de todo tipo: es decir, una verdadera colmena.

En el “Café de doña Rosa” lo mismo se trata de calmar la angustia y la desesperación de las atormentadas almas de los comensales, que se huele el grato olor a pan de ajo, el guiso dilatado de un potaje, los quesos olorosos y el sabor de cualquier vino disponible. Todo ello les devuelve a los personajes un poco las ganas de continuar la vida diaria, o se las quita en otras ocasiones. Los más de 300 personajes de la novela buscan una sola cosa: vivir, medio sobrevivir en un mundo hostil y una ciudad en ruinas. 

Aunque luego regresaré para glosarle a usted varios personajes y sus meriendas, uno de ellos no deja de ser atractivo, rocambolesco y hasta locuaz, el cual se suicida… ¡porque huele a cebolla! Dice oler cebolla en todo lugar, en todo momento y eso lo martiriza harto, hasta el punto de tirarse por la ventana y suicidarse. En más de 300 personajes que deambulan en esta novela, este engloba en sí mismo y es el culmen de la simbiosis entre comida y ser humano.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.