“El amor propio es la fuente de todos los amores”, Pierre Corneille.
Existen muchas formas de amor y, a lo largo de nuestra vida, las vamos experimentando.
Lo buscamos en una pareja que nos complemente, que nos haga sentir seguros y amados, ya que las películas de Disney, las telenovelas y los cuentos hablan de ello como un requisito para ser feliz.
El amor hacia los demás va implícito al vivir y es inevitable no sentirlo, pues los seres humanos nos regimos por él. Y entonces, crecemos con la idea de que todo y todos son más importantes que nosotros, de que es una obligación estar para los demás; sin embargo, nunca nos hablaron de uno de los amores más importantes que debemos sentir, conocer y practicar: el amor propio, el estar de mi lado, estar para mí mismo.
“El amor propio es la aceptación, el respeto, las percepciones, el valor, los pensamientos positivos y consideraciones que tenemos hacia nosotros mismos y que puede ser apreciado por quienes nos rodean”.
Es lo que pensamos de nuestro físico, de nuestro carácter, de lo que hacemos y de lo que evitamos.
Es ponernos en primer lugar; valorarnos y estar conscientes de que merecemos ser felices, de que tenemos la capacidad de crecer, evolucionar y hacer cosas magníficas.
CREÉRNOSLO DE VERDAD.
Es sentirnos orgullosos de nuestro nombre; cuidarnos, alimentarnos y cultivarnos, buscando siempre un bienestar tanto físico como emocional.
Dicen que antes de amar a otra persona, debemos amarnos a nosotros para evitar caer en relaciones tóxicas y saber qué es lo que queremos y anhelamos.
Las principales características de una persona que se ama se ven a simple vista, pues son amigables, respetuosas e independientes, se preocupan por su crecimiento personal, su estado de salud y su formación, y dan lo mejor de sí en todas las actividades que desarrollan.
La mayoría son personas exitosas en su trabajo y con su círculo de amistades, y un pilar muy fuerte en la familia.
Desde temprana edad, en casa, son los papás y seres queridos quienes con su amor nos hacen sentir valiosos, confían en nosotros y nos enseñan a aceptarnos tal cual somos, reconociendo las virtudes y debilidades que nos conforman. Hay ocasiones en que no sucede así, por muchas razones, y como adultos conscientes nos damos cuenta de que tenemos la fuerza para cambiar, madurar y valorarnos.
Puede ser que toda esa frustración, errores, mala suerte y fracasos que decimos tener vengan porque no nos damos todo ese amor que necesitamos.
Así que es bueno autoanalizarnos, para ver si en verdad nos estamos brindando la dosis de amor necesaria para brillar.
“Cuando empecé a amarme a mí mismo, me liberé de todo lo que no es bueno para mi salud: la comida, la gente, cosas, situaciones, y todo lo que me trajo hacia abajo y lejos de mí mismo. En un primer momento, llamé a esta actitud ʽun sano egoísmo’. Hoy, sé que es ʽamor propioʼ”, Charlie Chaplin.