Amor y amistad, columna de María Arquieta | Saltillo360

AMOR Y AMISTAD

Saludos mi estimado lector. Hoy celebramos una de las experiencias más bonitas que como seres humanos tenemos el privilegio de disfrutar: la amistad.

Y es que no me dejará mentir, pero sólo a través de la amistad recopilamos en la memoria los momentos más hermosos que alimentan el alma y el corazón, no está condicionada a ningún estrato social, nivel intelectual, religión, raza o preferencia sexual. Todos estamos incluidos en este amor que nos regala ese amigo que nos tiende la mano, ya sea para para reír con nosotros, o de nosotros, eso es lo de menos. Las risas y el sentimiento de felicidad que envuelven el momento es lo que quedará como experiencia para contar a nuestros hijos y nietos.

Le pregunto mi estimado lector: ¿Cuáles son sus mejores momentos en la vida? Le aseguro que el que le venga a la cabeza, estaba rodeado de amigos, incluye risas y felicidad. Seguro son innumerables los recuerdos que brotan de su memoria. Siéntase afortunado. Usted se ha permitido amar con libertad. La amistad por su naturaleza de aceptación es el preámbulo al tan deseado amor.

Desde pequeños y sin darnos cuenta nos desenvolvemos con la mayor ligereza en las que serían nuestras primeras relaciones fuera de los consanguíneos, la frescura de contar con un cómplice que acepta nuestros más grandes defectos por voluntad, es el lazo de lealtad más puro, creo yo.

Desde mi experiencia tengo el orgullo de presumirle, que me hacen falta dedos para enumerar las vivencias y personas que me han enseñado a amar, categorizarlos como mejor amigo sería un error, porque cada uno sabe su lugar en mi corazón, y cada uno me ha enseñado desde su peculiar forma de amar, a valorar lo único que es acumulable: los recuerdos de absoluta entrega y desquiciada felicidad.

No hay sensación que pueda igualar, al de reír hasta el dolor abdominal y al mismo tiempo llorar dichosas lágrimas gordas, como resultado del éxtasis exuberante de plenitud a través de los cinco sentidos… si todos practicaramos más el amor que aprendimos en la infancia, nuestras relaciones como adultos serían menos complicadas, más placenteras y lo más importante: nos reiríamos más, muchísimo más.

La amistad, como le planteo, es el sentimiento de aceptación por otro ser humano sin prejuicios, ni imposiciones, es tal cual, la voluntad de amar.

¿Qué tan diferentes serían nuestras relaciones si aplicamos estos principios en la actualidad? ¿Se imagina amar a su pareja como amó a su mejor amigo en el preescolar? ¿Cuánta paz está dejando escapar por la ilusión de posesión o de control? ¿Se imagina imponiéndose a su infante amigo una lista de deberes por cumplir para ser merecedor de su amor y su lealtad?

Es un planteamiento absurdo ¿cierto? ¿Por qué en aquel entonces sí estaba dispuesto a amar con libertad? ¿Qué pasaría si soltara el miedo a perder?

Todo es perecedero en la vida mi estimado lector, pero ¿qué pasaría si disfrutamos nuestras actuales relaciones al máximo? Me refiero a todas las relaciones. Familiares, laborales y de pareja. Imagine que a cada relación le imprime la frescura, inocencia e ingenuidad de aquellos primeros lazos.

¿Qué tanto mejoraría la calidad de su existencia si soltara un par de buenas carcajadas al día? En fin. Le deseo un feliz Día del Amor y la Amistad, y que hoy viva dulces experiencias para guardar por siempre en el corazón. Se despide su siempre agradecida tapatía anorteñada.

PD: Dedicado a todos ustedes que me han enseñado a amar, y a Don Rodolfo que fue mi primer gran amigo.

arquietamaria@gmail.com

 

María Arquieta

Tapatía viviendo la experiencia norteña, diseñadora de modas de profesión, amante de las expresiones humanas artísticas, coach ontológico, formándome para ver amor, donde los demás no lo creen posible.