Barbie formó parte de mi infancia de una manera muy especial. Me recuerdo en mi habitación junto a mi hermana, creando e imaginando grandes historias y momentos inolvidables. Tuve muchísimas Barbies, cada una representaba algo importante para mí, ya que -de una u otra forma- me inspiraban a ser algo más de lo que yo era.
Fui de todo: sirena, maestra, diseñadora de modas, mamá, amiga, princesa, patinadora, y un sinfín de profesiones; Barbie me llevó a lejanos lugares, a soñar en grande, a sentir y a querer crecer con rapidez, pues quería tener su casa, su carro, su camper, su alberca, su ropa y todo lo que ella era. Siempre fue un modelo a seguir para mí y para muchas generaciones, hasta que crecimos y nos dimos cuenta de cosas que no hacían mucho sentido, pues lo que vivíamos en realidad era completamente distinto al mundo de Barbie.
Primeramente, porque era imposible sentirnos identificadas con su belleza, sus medidas y perfección; también porque demostraba una felicidad infinita y una gran estabilidad. ¿Cómo le hacía Barbie para ser la mejor en todo? Dejó de ser la muñeca más amada a ser, quizás, la más cuestionada, y fue ahí donde su compañía empezó a renovarse y a ser más incluyente.
La película tiene muchas opiniones, demasiadas expectativas y grandes mensajes. Es un viaje al pasado, a los recuerdos que generan nostalgia y a aquellos tiempos en donde la sociedad era distinta, los roles estaban muy definidos y sumamente dirigidos.
Es una comedia que te mantiene alerta, pues cada diálogo tiene gran poder y una razón de ser; lo mismo pasa con las escenas, cada una es importante para hilar cabos. Los errores de Mattel, las muñecas descontinuadas, la misión de la creadora y un sinfín de respuestas a preguntas que nunca nos hicimos, pero queríamos saber.
Si te gusta el color rosa, si visualmente te enamora, cada detalle de Barbieland es un sueño: los vestuarios son idénticos a los que alguna vez tuvimos y literalmente te hace sentir como si estuvieras jugando con ellas.
Es una película que incita a la reflexión: los temas del feminismo, el patriarcado, el acoso y los estereotipos resaltan en todo momento, “te caen muchos veintes” de cómo se normalizaron actividades y actitudes específicamente para un género.
La protagonista se sumerge a un viaje de realidad nunca antes visto, un proceso de autodescubrimiento, decisión y cambios, sentimientos que indudablemente todos hemos experimentado. Vemos por primera vez a una Barbie vulnerable, real, conectando genuinamente con el mundo actual, hablando de temas importantes y resaltando su eslogan: “Tú puedes ser lo que quieras ser”; y más allá de elegir una profesión, es elegir qué quieres vivir, qué deseas sentir, hacia dónde quieres ir y luchar por lograrlo.
Para mí, fue una explicación total de las expectativas que la sociedad pone en las mujeres, un empuje para visibilizar en todo el mundo el poder de la mujer; ya que si Barbie cambia, se renueva, derriba sus creencias y se reinventa, todos podemos hacerlo.
Una película para salir empoderada, feliz, entendida, con ganas de seguir luchando por la equidad de género y agradecida por visualizar que la vida no tiene que ser blanca o negra, que puede ser rosa o de cualquier otro color.
Por primera vez me sentí identificada con Barbie y creo que Barbie con nosotras, así que para mí fue un final feliz.