“Tu felicidad depende de la calidad de tus pensamientos”
Recientemente tomé el curso “Cambia tu mente, cambia tu cuerpo, cambia tu vida” de Juan Lucas Martín, psicólogo argentino especializado en traumas, estrés postraumático y trastornos de ansiedad. Y es que siempre he creído en el poder de la visualización, pero el escuchar la historia de la curación de Juan me recordó el poder co-creador que todos tenemos junto con la divinidad y la importancia de tomar responsabilidad sobre lo que pensamos, lo que sentimos y cada acción que tomamos en nuestra vida.
La mente humana puede usar ciertos mecanismos para suprimir recuerdos, ideas u obsesiones con el fin de reducir la carga emocional negativa. Todos hemos querido borrar o bloquear algún pensamiento o recuerdo doloroso, pero ciertamente no hay recursos concretos sobre cómo manejarlo asertivamente y/o sanarlo. Podríamos recordar lo doloroso y no resuelto, y hacernos adictos a esa emoción creyendo que “somos eso” o que eso jamás nos dejará avanzar o ser felices.
La verdadera respuesta es que no es bueno, ni se debe bloquear nada.
En el territorio mental y psicológico, es imposible deshacerlo como tal, pues en el campo de la psicología sabemos que cuanto más se tiende a bloquear un pensamiento, este más tiende a salir a flote. A esta fuerza de querer suprimir una idea o imagen se le llama monitoreo irónico, y dentro de este fenómeno, el cerebro acaba buscando otro pensamiento que se le relacione. Esto me recuerda “el oso blanco de Tolstoi”, una metáfora que nos remite a la anécdota en la que León Tolstoi, aún siendo niño, fue castigado por su hermano, siendo obligado a estar sentado en un rincón hasta que dejara de pensar en un oso blanco, y la realidad es que se quedó horas en ese rincón.
Carl Rogers, afirmaba que toda persona puede mejorar su bienestar mientras lo decida. El cambio real solo sucede si se propicia desde adentro y desde la propia persona, aceptándonos y mirándonos como somos, con nuestras virtudes, defectos, carencias, miedos… y esto va de la mano, de forma obligada, con el aceptar los pensamientos que solemos tener o hemos tenido y son parte de nosotros. Abrazar toda la historia completa, lo que pensamos y lo que sentimos, cómo lo intuimos, cómo nos vivimos y cómo lo interpretamos. Ocultar, bloquear o intentar olvidar lo vivido es como querer borrar una parte de nosotros mismos, por lo tanto bloquear los pensamientos para no sufrir es una estrategia inútil. Y al querer suprimir y eliminar, lo que conseguimos es un círculo tóxico de ese recuerdo. Ciclos interminables de la historia que lo único que hacen es generar ansiedad. Entonces, teniendo esto claro, dejemos de darle tanto poder al refuerzo de los pensamientos negativos.
La creencia nueva a aprender sería aceptar cada pensamiento que tengamos, pero no estacionarnos ahí si es negativo, comprendiendo que cuanto más nos resistamos o deseemos evitarlo, más aparecerá. Puedes aceptar que tienes un pensamiento de miedo, y manejarlo de manera asertiva generando otro tipo de ideas y cuestionándote distintas circunstancias. Pero primero:
- Hazte responsable de tu poder creador y trabaja en construir nuevas ideas más saludables, creando afirmaciones presentes y, cómo diría Juan Lucas Martín, visualizando la vida que quieres y sintiendo como si ya hubiese ocurrido. Visualiza lo que quieres como si ya lo tuvieras, visualiza la salud como si ya estuvieras sano.
- Concéntrate en generar pensamientos y sentimientos de amor elevado y de agradecimiento varias veces durante el día.
- Haz conciencia de tus heridas y carencias, acéptalas, míralas, sánalas e intégralas. “No soy suficiente, no soy tan bueno, no…. “ Todos tenemos heridas, pero hemos de hacernos responsables y no dejar que ellas marquen el rumbo de nuestra vida. Haz lo que esté en tus manos para estar en paz con ellas, busca una terapia para sanar esos temas y comienza construyendo nuevas ideas más saludables, creando afirmaciones de amor propio y autoestima.
- Libérate de la culpa. No tienes la culpa de la aparición de los pensamientos, pero sí hazte responsable de generar constantemente pensamientos agradecidos. Cada que lleguen a tu mente, acéptalos, redefínelos y reduce esa carga mediante un enfoque más racional y desde una mirada compasiva y agradecida.
El cambio profundo empieza en ti, con lo que piensas. Cuando comprendamos que el cerebro se cree lo que le dices, comenzaremos a ser más cuidadosos en dónde ponemos nuestra atención y nuestra energía. Si viene un pensamiento abrázalo, pero no pelees con él. Agradece que hoy eres quien eres, y concéntrate en exprimir más pensamientos agradecidos de esa circunstancia. Está en ti construir una mirada y una actitud resiliente.
Recuerda que el viajar al pasado y al futuro nos enferma con un estrés crónico, y que sólo al mantenernos en el presente y en el agradecimiento, irradiaremos en esa frecuencia, atraeremos más de lo mismo, y esos pensamientos que salen de ti, regresarán aún más poderosos.