Con pandemia o sin pandemia, la vida aprieta en la ventana. A estas alturas de nuestra vida, ya no hay lugar para paños tibios, ni medias tintas. Es todo o nada. Es disfrutar (responsablemente) con todos los sentidos. Incluyendo el sexto, claro. Y contra lo que usted pueda suponer, señor lector, el sexto sentido no es nada del otro mundo, ni es oculto. Es algo sencillo y primordial: es el “estar.” El estar vivos aquí y ahora. Y si usted está vivo, pues a disfrutar, estimado y querido lector, con todos los sentidos.
Ha llegado la primavera y su ola de calor ingobernable. Bueno, también los resabios de un tardío invierno que ahora fue muy ligero y benigno con nosotros. Pero los días de calor y sol del desierto le ganan la tirada de naipes a los días grises y lerdos del invierno. Y si hace calor, nada más agradable y refrescante que ver pasar la mañana sobre nuestras cabezas en el solariego patio del mítico restaurante “Don Artemio.”
En un par de ocasiones anteriores, y en este mismo espacio, le platiqué de un proyecto ya acreditado al día de hoy: el “Brunch de fin de semana”, que aquí se sirve sábados y domingos. El proyecto es idea y obra de los jóvenes emprendedores Sofía Cárdenas (no Helena de Troya, sino Sofía de Saltillo; bella como Helena, la dorada, quien provocó una guerra por su belleza, batalla que aún hoy resuena en nuestros oídos, ojos y memoria) y por el joven Rodrigo Cárdenas (le he motejado como “Rockdrigo”, debido al placer de este por dos pasiones en su vida: la cocina y el tañer la guitarra). Rodrigo es el chef en jefe para este proyecto especial.
Pues bien, no obstante que el “Brunch” ya es un éxito de clientes, buen ambiente, platillos y bebidas de linaje escogido, hace poco fui a disfrutar del mismo mediante la generosa invitación del abogado, quien es el que más sabe sobre derecho electoral y elecciones en el Norte de México, Gerardo Blanco Guerra. ¿Motivo de tertulia y alimentos? Uno solo: disfrutar la vida, las bebidas y los alimentos. Y claro, la amistad acerada que nos une.
Quien esto escribe estaba a punto de decidirse entre dos platillos, los cuales son mis favoritos: “Huevos benedictinos” con salsa holandesa montados sobre un bísquet con prosciutto, o bien pedir “Los molletes del chef”, elaborados con el chorizo artesanal aquí producido que tarda meses en madurar y estar en su punto, cuando en el umbral de la puerta entró la bella Sofía Cárdenas, radiante como un sol.
Ataviada con la mejor de sus sonrisas, preguntó a la mesa: “¿Ya saben de nuestros nuevos platillos del Brunch, ya los pidieron?” Insisto, si al proyecto, que tiene apenas meses y ya muy acreditado, usted le agrega que este par de jóvenes no están contentos con nada y se innovan una y otra vez tendrá en su paladar un brunch recargado. A saber, los tres nuevos platillos que vinieron a enriquecer su ya de por sí rico menú: algo muy norteño, “Chilaquiles con chicharrón”; un “Grille cheese sándwich” acompañado de crema de jitomate rostizado (un manjar, la verdad) y una creación culinaria salida de su fogón medieval: “Tamal de cerdo confitado” con un huevo pochado, frejoles y salsa de chile güero.
Señor lector, el mundo, luego de esto, se agradece que Dios lo haya creado para nosotros los vivos, los que estamos hoy y aquí. El estar. ¿Notó que el chef de sabor huracanado, Juan Ramón Cárdenas, no aparece en esta breve reseña? Sus hijos, el relevo generacional, lo han desplazado en este proyecto. Así las cosas.