Comer tranquilamente, disfrutar del tráfico, hacerte preguntas extrañas sobre el mundo son temas que te pueden relajar.
Una de las cosas más difíciles de la vida moderna es la sensación progresiva de banalidad, que cada día es exactamente lo mismo, cuando te levantas a la misma hora, haces los mismos movimientos, te paras en el mismo embotellamiento y haces el mismo trabajo. Hay algo extremadamente deshumanizante en esta rutina repetitiva, pero el truco para recuperar tu humanidad es entender que las cosas no son lo mismo, y tú decides notar la diferencia. Así es cómo:
Saborea la comida
Desde hace miles de años, la comida no solo ha sido una cuestión de sustento, sino una experiencia culinaria. Aunque comas porque debes hacerlo, también comes porque disfrutas la comida. Comprométete con el placer que te trae la comida. Déjala rodar por tu paladar antes de masticarla. Considera cada bocado y cómo te hace sentir. Al comer de esta manera, también te sentirá más lleno porque has extraído más de su comida en términos de experiencia.
Busca lo hermoso donde quiera que estés
Mira a tu alrededor con tu propia cámara privada y busca la cosa más hermosa en el marco, sin importar dónde se encuentre. Lo bello puede ser un objeto, una planta, un animal o una persona, pero también puede ser una composición particular, la forma en que la luz cae sobre algo, un esquema de color agradable, etc.
Reflexiona sobre lo mundano
Piensa en las cosas más triviales y hazte preguntas sobre ellas: ¿Por qué esa ciudad se llama así y quién le dio ese nombre? ¿Por qué los hombres adultos no usan pantalones cortos? ¿Cómo son los insectos cuando duermen y por qué nunca he visto a uno dormido? Esta es una excelente manera de fomentar la curiosidad.
Pregúntate cómo te sientes
Mira hacia adentro de tus pensamientos y emociones e intenta observarlos sin juzgar. Ten una conversación contigo mismo (¡no en voz alta!) sobre las cosas que te están molestando y trata de resolverlas dándote buenos consejos. Diablos, si puedes ayudar a otras personas ¿por qué no deberías poder ayudarte a ti mismo?
Camina más
Esto no es solo una cuestión de salud y deporte, se trata de estar presente en el medio ambiente. Si necesitas llegar a algún lugar en automóvil o en transporte público, bájate y camina el resto del camino a pie.
Busca razones para reír
¿Todo es broma para ti? Bueno, debería serlo, porque como todos sabemos, la risa es buena. Mira todos los acontecimientos a tu alrededor y descubre lo que es divertido, ridículo, absurdo o hilarante acerca de ellos, y ríete a carcajadas.
Participar en conversaciones
Busca una conexión significativa (aunque fugaz) con las personas, ya sean extraños o compañeros de trabajo con los que no estás tan familiarizado. Considera la charla pequeña como una oportunidad para aferrarte a un pequeño detalle que formará la base de tu conversación. Escucha activamente las historias que la gente cuenta.
Disfruta el camino
Presta atención al tráfico, pero también aprecia el clima, la vista, la música en la radio. Tener prisa en el tráfico no ayudará mucho, así que olvídate del tiempo y la frustración y concéntrate en las cosas que puedes ver y sentir que te traen alegría.
Comparte tu alegría
Cuéntales a las personas que amas sobre esas cosas que alegraron tu corazón, hazlas reír, haz que reconsideren esas cosas que creen que son tediosas y aburridas, traduce tu alegría en juego y atrévete a ser un poco infantil. Brilla en sus círculos sociales.
Escucha a tu cuerpo
Come si tienes hambre, pero detente cuando estés lleno. Si siente dolor en los músculos, estíralos. Si estás cansado, descansa un poco. Haz caso omiso de las voces internas que dicen que no estás haciendo un buen uso de tu tiempo al escuchar las necesidades de tu cuerpo. Trabajos, quehaceres, tareas, todo es lo segundo para tu cuerpo.