Llegó el otoño y como en toda estación y cada ciclo, los hijos comenzaron a emprender su vuelo; cada uno a diferentes lugares, algunos a otras ciudades, otros a construir su propio nido.
De pronto la casa se llenó de silencio, después de todo pareciera que el verano sería por siempre, pero había concluido… y ahora se descubrieron hablando de lo que tanto habían evadido, ¿qué haremos ahora que el nido está vacío?
Aquella estación que marca una importante etapa de la vida, es en la que comienzan a disfrutar más de sí mismos y a ver con sabiduría diferentes aspectos de la vida. Seguro que todo aquel proceso, los preparaba para realmente disfrutar lo que ahora estaban por recibir de la vida.
Un inesperado día, cuando menos lo imaginaban, los sorprendió una hermosa noticia, aquella que ya habían soñado y como profecía cumplida, como regalo de Dios; venía el primer nieto (de unos cuantos) en camino.
“Sensación de ternura, emoción, llanto, risa y aquellas emociones tan contradictorias, por ver el milagro de la vida y a la vez una fuerte necesidad de protegerlos al verlos tan frágiles y tan pequeños”.
Qué tanto se extiende el corazón de los padres, cuando son promovidos a “abuelos”.
Desde aquella noticia, fue fácil descubrir que el amor hacia los hijos es el amor más grande… pero el amor a los nietos es simplemente “divino”. Un regalo que no pidieron; sin embargo les fue otorgado y el cielo les regresó todo aquello que creían perdido. Lo regresó en amor, lo regresó en risas, en besos e incontables caricias.
¿Será posible que aún sin conocerlos ya podrían dar su vida por ellos?… Sí, a ellos les llaman abuelos.
“Veo los ojos de mis hijos a través de mis nietos”.
Soñando… preparando… imaginando: “¿dónde jugarán?”… “extendamos el comedor”… de nuevo sin notarlo, estaban retomando ese segundo aire para recorrer junto a ellos. Algunas abuelas comenzaron a tejer, otras tejían fuertes mantos de oración y aquellos abuelos orgullosos preguntándose si les gustaría ir de pesca o de expedición.
“Los abuelos estamos para consentir.”
Cuando nacen los nietos, el corazón rejuvenece, renovando tantos sentimientos que creían solo disfrutarían durante su verano, la ternura que provocan con aquel asombro que demuestran los niños por cualquier mínima cosa, el canto de un ave, el sonido de un rayo, los hacen sentir igualmente asombrados y envueltos en estos mágicos cuentos y explicaciones para calmar el miedo; para calmar el llanto… de nuevo las navidades recuperan esa inmensa dosis de alegría, de baile y de muchos regalos celestiales…
“Me siento halagado, me siento amado cada vez que mis nietos llegan corriendo para darme un abrazo, para regalarme un beso, porque en ellos no hay interés alguno más que el genuino amor hacia sus abuelos”.
Recuerdo aquellos momentos difíciles en que mi hija la menor estuvo muy delicada de salud; su sistema digestivo estaba detenido (infarto intestinal decían los doctores mientras la revisaban), yo solo sé que fue impresionante ver a los cuatro abuelos a su lado, esperando cada noticia, cada avance…. No me cabe ni la más mínima duda que fueron sus oraciones las que cubrieron y rodearon a mi niña en todo momento; ellos no se despegaron, y cuando sentía flaquear, ellos cubrían y la abrazaban con un amor, ¡que solo puede venir de un abuelo!… gracias, gracias, gracias.
Aprendí, que ellos aman tanto a los nietos que aún si los propios padres fueran severos o pasasen por una situación difícil, y un nieto llegara a llorar o sufrir, realmente el corazón que se parte, es el de un abuelo.
“Escuchar sus voces, cada vez que toman mi mano, me pasan corriente y me levantan el ánimo de seguir luchando, amo a mis cinco nietos.”
Hoy, en este día tan especial, quisiera reconocer a todos aquellos abuelos que están ahí para sus nietos; dice la biblia (en Proverbios 17:6) que la corona de los abuelos; son los nietos. (Aunque creo fielmente que los más bendecidos por tenerlos cerca somos nosotros).
Así que honremos y festejemos, recordándoles una y otra vez lo importante que son y lo mucho que los amamos y sobre todo que siempre, siempre los seguiremos necesitando… y hagámoslo ya, ahora… antes y mucho antes que nos descubra el invierno.