¿Inicio o fin de año? ¿Con cuál de las opciones se queda? ¿Olvidar este año fatídico? Soy de la opinión que no. No debemos olvidar el año que llegó para modificar el eje de la tierra. Debemos analizarlo, morderlo, deglutirlo y sacar lo mucho o poco de provecho de ello. Tenga usted un buen año, señor lector. Y claro, entréguese a los placeres de la vida: comer y beber. Vivir, sobre todo, un epicureísmo responsable.
Comenzamos. Esta es la segunda vez que tengo en la mano el siguiente libro: “Nueva guía de descarriados” de José Fuentes Mares, en su edición príncipe de 1977. Un deslumbramiento. La primera vez que lo tuve en la mano fue una edición de la biblioteca secreta del ingeniero Juan Ramón Cárdenas. Esa vez, el chef de corte internacional lo puso en mi mano y me dio el tiempo suficiente para revisarlo. Esta vez, un amigo de la Ciudad de México me lo ha enviado con la siguiente nota: “Aquel libro del cual usted platicó y escribió en ocasión anterior, hoy llegó a mis manos. Pero en sus manos va a estar mejor cuidado, maestro Cedillo. Un abrazo. Con atención de su amigo… AOR”.
El libro, usted lo sabe lector, es ya inconseguible, Aquí y sólo aquí están los secretos para preparar la mejor paella de origen valenciano, aquí se diserta sobre los mejores vinos. Con erudición y donaire, José Fuentes Mares, tomando como motivo la llamada “Guía de descarriados” de Maimónides, elabora la suya: “Nueva guía de descarriados”.
Si Maimónides y los sabios rabinos de la antigüedad trataban de meter al redil de la verdad revelada a sus ovejas descarriadas, el gourmet Fuentes Mares trata de meter al “carril a quienes tienen ojos y no ven; corazón y no sienten; nariz y no huelen. Seres que no obstante contar con papilas en sus respectivas lenguas comen porquerías y beben líquidos incalificables”.
Al momento de redactar estas notas, avanzo en la lectura (relectura) del libro. Tomo notas en mi libreta. Doy una larga libación al ron con agua mineral. Es otoño perro en Saltillo, un frío helado recorre mi espina dorsal. La ventana entreabierta reta acusadora. Por más que la emparejo, queda siempre un reducto donde el viento ruge y brama. “… el levante del viento recio que te arrancaría de un golpe, como un tifón…” reza un verso perfecto del Nobel de Literatura Saint-John Perse. Le creo.
Apuro el trago y doy con un pasaje demoledor, crítico y puntilloso. A reserva de entrar en materia honda y dura en próximo texto, va el párrafo del maestro Fuentes Mares: “La significación de las salsas es tan profunda para la vida humana como la cultura, pues ésta y aquélla son el resultado de una lucha milenaria en pos del refinamiento y la felicidad”. Caray, sin duda. Diga usted cuántas salsas diferentes tiene una cultura, un país, y sabremos de su grado de cultura. Pero ahora lea lo siguiente: “Que todo se da en la naturaleza es verdad de Perogrullo; se dan las cebollas, las vacas, los corderos y se dan también las mujeres…” ¿Lo notó? Vacas, reses, cebollas, tomates, chiles y… mujeres. Caray, ahora con el infame revisionismo de todo en materia de equidad de género y lenguaje inclusivo (lo que eso signifique), las letras anteriores son abominables. Pero lo mejor vendría después de esto. Prometo comentarlo y transcribirlo en siguiente texto. Piedra de toque y de escándalo hoy. Eso que antes era celebrado. En fin, tiempos de pandemia, de peste bíblica y de inteligencia descarriada.