Y no me refiero a COVID-19, me refiero a cómo enfrentas las sacudidas de la vida.
Yo quisiera decir que soy de los positivos, de los que ven la vida de colores, de los que encuentran una solución a los problemas y siempre ven el lado bueno de las cosas.
De los que tienen la manera de transformar lo malo en aprendizajes, que su fe es tan grande que las preocupaciones no les quitan el aliento.
De los líderes que siempre tienen un buen discurso y practican lo que predican.
Quisiera irme de inmediato y sin pensarlo al bando de los optimistas, sin embargo soy sincera en estas líneas y les confieso que el lado negativo siempre me quiere arrastrar hacia él.
Y aunque mi gran imaginación haga que mi cabeza nunca descanse y se llene de posibles historias que quizás nunca sucedan, de hubieras o telarañas sin razón, no me dejo.
Lucho por quitar la ansiedad que me persigue desde pequeña y me ha dejado por consecuencias hábitos no muy agradables, no me instalo en la negatividad, sé muy bien que ese no es mi sitio.
Más bien soy de aquellas personas que deambulan por la vida con altas y bajas.
Con los que día con día hacen su mayor esfuerzo para entender que una vida perfecta no existe, que el dolor es algo inevitable aún en la gente buena, que a todos nos tocan batallas difíciles por las que hay que pelear, y que rendirse también es válido.
De los de en medio, de los que aprenden, de los que se equivocan, de los que lloran, de los que no aprenden y se vuelven a equivocar.
De los que se tumban al piso a llorar, pero luego se levantan a secarse las lágrimas y continúan.
De los frágiles, de los fuertes, de los valientes y sensibles.
De los que sonríen con el corazón roto, de los que se recuperan pronto o quizás de los que no se recuperarán pero jamás se rendirán.
De los que se plantean un cambio, de los que sufren en el proceso, de los que quieren brillar, pero les cuesta.
De los decididos, de los indecisos, de los tímidos y extrovertidos.
De los que se dan charlas motivacionales todas las mañanas, de los que se inspiran de los demás y otras veces también buscan inspirar.
De los que se cansan, de los que descansan y vuelven a continuar…
De esos, de los que aceptan sus emociones y saben perfectamente que hay tiempos buenos y otros tanto no.
Soy quien vive la vida de muchas formas, tratando de aceptar la realidad, adaptándome a ella, consiente de los cambios y de que el hecho de estar aquí implica derramar, a veces, algunas lagrimitas y otras saltar llena de alegría.
¿Quedó clara mi postura?