Recientemente fuimos testigos del deslinde que Luis Donaldo Colosio dio a conocer en una entrevista sobre el partido Movimiento Ciudadano. Fue una declaración que no nos extrañó. De hecho, desde anteriores elecciones hemos visto cómo los candidatos saltan de un partido a otro, se independizan, renuncian o se afilian a nuevas banderas. Los partidos políticos como institución están en crisis. Ya no existe tal cosa como la fidelidad o la lealtad a ciertos colores pues los ciudadanos, cansados de que las promesas no se cumplan y de no ver una diferencia clara entre un partido y otro, les han perdido la fe. Con el desencanto de los ciudadanos viene la irremediable falta de credibilidad en los partidos.
Si bien los partidos políticos como instituciones han perdido poder, es el individuo político quien ahora lo ostenta. Por eso vemos rostros y nombres conocidos que abanderan el azul, luego el verde, luego el rojo y así sucesivamente por todos los colores de los partidos. Hoy la fuerza está en el individuo y no en las siglas que lo respaldan.
Conscientes del poder del individuo, los partidos políticos hicieron buena parte de sus estrategias buscando a ciudadanos comunes con muy buena reputación, credibilidad y popularidad entre los suyos para vestirlos de sus colores. Así, vimos a ciudadanos, quizá con poca experiencia en gobierno pero muy queridos entre su gente y acostumbrados a hacer bien las cosas, como candidatos a alcaldías o a curules locales.
Lo anterior tiene sus ventajas, desde luego, porque los candidatos están usando a los partidos políticos como meras plataformas para posicionarse, sin que ello implique que tengan cierta creencia o inclinación política. No se deben al partido, ni trabajan para este. Es decir, se acercan al partido para que los catapulte y de ahí ellos sabrán cómo hacer las cosas. Punto bueno para el candidato. También, así, los ciudadanos tienen acceso a mejores candidatos y futuros gobernantes. Punto bueno para el ciudadano. El partido político, en cambio, queda convertido en un escenario por donde desfilan candidatos de corta, mediana o larga trayectoria, pero que no logra convencer de que se queden. Punto malo para el partido.
Lejos de quejarnos o de criticar, la situación es una llamada de atención importante para los partidos, quienes definitivamente deben renovarse si es que quieren seguir jugando en el tablero de la política mexicana.
¿O tú qué piensas? ¿Les extendemos el tiempo extra?
Twitter: @claravillarreal