¿Qué va a paladear hoy 14 de febrero, tradición de ser el día de los amores no siempre fáciles? ¿Luego de cenar, un buen erotismo o antes? El orden de los factores no altera el producto: usted viva y disfrute con todos sus sentidos. Gula y erotismo, gran combinación. Referencias a alimentos afrodisíacos los cuales nos producen alteraciones sexuales y contribuyen el mejor disfrute de los sentidos en el plano carnal, datan de dos mil años antes de Cristo. Hay referencias en textos griegos, en añosos libros orientales de la India, en la cultura árabe y claro, en la misma Biblia. Un ejemplo rápido al respecto. Petronio en su “Satiricón”, nos da cuenta de aquellos manjares y refinamiento de lo cual hacían gala los romanos en sus bacanales y orgías. Petronio nos relata de la degustación de platos tan suculentos como originales: lenguas de flamenco, lirones cebados, codornices rellenos de frutos secos, jabalíes repletos de tordos asados; todo ello bañado con generosas dotaciones de vino. No podían faltar platones rebosantes de dos alimentos eróticos por linaje escogido: la uva y la manzana.
Cuenta la historia y la leyenda que Petronio gastaba toda su fortuna en estos ágapes y cenas para los patricios romanos. Trataba de ofrecer lo mejor para no defraudar a sus invitados. Cuando no le quedó plata alguna para repetir esas cenas fastuosas, se bebió un vaso de veneno. Fin.
Avanzamos: cualquier referencia al cuerpo femenino tiene su símil y su equidistancia en un fruto o alimento de la naturaleza. O bien, la metáfora ardiente de los poetas, encuentra su justo blanco en la comparación entre el cuerpo femenino y los placeres de la comida. El tema lo exploraré más a detalle en próximo texto, pero van algunos ejemplos al azar: Para Ida Vitale, la manzana es “En la ventana/ un volumen rojizo de paz…” Un extraño poeta árabe, M. Ibn Fayad, deletrea: “Para volver a verlos/cierro los ojos/ de noche/ para sentirlos/ tus pechos rubios/ como peras frescas del Jardín del Sultán,/ del jardín primero del Palacio Real…”
Los tomates son una letanía de imágenes en el espejo y en los fogones. Se maduran en las noches más altas y al amanecer, su color rojo erotismo se asemeja un mundo en movimiento, una historia natural de las cosas al cual la misma rosa envidia por su fragancia y tono. El poeta por antonomasia de América, Pablo Neruda, lo sabía. Por ello, escribió una “Oda al tomate”, donde éste muestra todo su poderío, su frescor en días de sol y brisa caliente en este desierto coahuilense que habitamos. Deletrea el poeta: “La calle/ se llenó de tomates,/ mediodía,/ verano,/ la luz/ se parte/ en dos/ mitades/ de tomate,/ corre/ por las calles/ el jugo.” El maestro de verbo ardiente, Pablo Neruda, dice del tomate, tiene “luz propia.”
¿Y las musas? Siempre las musas. Las mujeres tienen luz propia y por ello, cualquier alimento y bebida nos invita a compartirlo con ellas y sí, enamorarlas en las noches, abandonandonos a su ronroneo y melosidad y sin duda, brindar con ellas con un buen vino tinto de por medio. Luego, llenar el hueco de su ombligo con el vino y beber de él y de su noria y manantial inacabable…