LA PÓCIMA DEL DIABLO… | Saltillo360

LA PÓCIMA DEL DIABLO…

La pócima del diablo…

Entre el mito y la realidad, depositamos en bebidas, pócimas, plantas y comidas todo tipo de magia, supersticiones y creencias. Si hay plantas que curan, hay plantas que matan. Si hay plantas y pócimas que te matan, hay plantas que te ayudan al placer (afrodisíacas) e incluso, te ayudan a concebir, a embarazarte, a tener hijos. ¿Lo duda? Abundan en la literatura universal, en la biología y, claro, en la misma Biblia ejemplos al respecto.

La cualidad de ser afrodisíaco viene, usted lo sabe, buen lector, de Afrodita (diosa griega del amor). Esta cualidad tiene que ver con el azuzamiento del placer sexual, motor de la vida del ser humano, desde que la historia y la razón son historia y razón. Se buscan entonces, de manera mágica si usted quiere, bebidas, ungüentos, alimentos, comidas, pócimas y filtros, tanto para atraer al sexo opuesto como para prolongar lo más posible ese placer que jamás aburre: el sexo. Ojo: dije sexo, no amor.

Coincido con el mago de Aracataca, Colombia, Gabriel García Márquez, quien en su libro ‘Memoria de mis putas tristes’, dejó el siguiente aforismo tatuado a fuego lento en nuestra piel: “El sexo es el consuelo que a uno le queda cuando no le alcanza para el amor”. Pues sí, cuando no nos alcanza para el amor, solo queda la búsqueda de la eternidad a través de los placeres de la carne y dichos goces no pocas veces también nos rehúyen, nos sacan la vuelta.

¿Cómo convocarlos a discreción? A través de pócimas, alimentos, bebidas afrodisíacas, las cuales, entre el mito y la realidad, solemos creer que potencializan nuestro atractivo (la sexualidad), están ligados a la fertilidad o, de plano y en el mejor de los casos, bien utilizadas (bebidas y alimentos), nos hacen atractivos(as) al sexo opuesto. En la segunda entrega de este tríptico que hoy iniciamos, entraré de lleno en ello.

Hoy me detengo en lo siguiente, y es algo rápido, pero da para mucho: un ensayo completo. No soy buen lector de novelas, textos policiacos ni de intrigas, no se me da. Prefiero otras cosas. Pero cayó en mis manos una pequeña colección de libros del mago del misterio, Arthur Conan Doyle, creador de ese mítico investigador privado que fuma pipas de tabaco sin parar y dueño de una inteligencia preclara, Sherlock Holmes. Estoy leyendo varios de sus libros de relatos y no he podido soltarlos de la mano.

En uno de ellos, ‘El pie del diablo’, soluciona la muerte de dos personajes y la locura y supuesta posesión demoníaca de dos más, mediante su ágil deducción y observación legendaria. Murieron o se volvieron locos debido a este polvo, este “pie del diablo” (Radis pedis diaboli). De tan tóxico y maldiciente, provoca en minutos la muerte al ser encendido (como si fuese un incienso) o, mínimamente, la locura y el terror demencial cuando se inhala.

Así lo cuenta en su texto el personaje que lo utiliza: “…No existe en toda Europa otra muestra del producto… la raíz tiene la forma de un pie, mitad humano, mitad caprino; de ahí se deriva el nombre fantástico que le puso un misionero experto en botánica. En ciertos distritos del oeste de África recurren a este producto los brujos, que lo emplean como veneno probatorio en los juicios”. Pues sí, hay plantas que matan. O plantas que permiten embarazarse a las mujeres, como la raíz de mandrágora.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.