Vivimos en una época donde el rol de género ya es cuestionado: no hay reglas, ni etiquetas para lo que debe hacer cada quien. Es un mundo en donde las tareas del hogar son compartidas y la paternidad es igual de importante que la maternidad. Familias y hogares donde las actividades y la organización son de muchas formas, y está bien. Sin embargo, hay ciertas diferencias a la hora de la crianza que hacen que los papás sean esos seres tan especiales y particulares.
Papá nos enseña a reír y divertirnos en medio de la rutina del baño, de las tareas y la cotidianidad de la semana, que el sentido del humor es necesario en todo momento, que reírse de la vida y de los problemas ayuda a aligerar la carga y la preocupación.
Que el interés en los deportes no es únicamente para disfrutarse en domingo, que hacer ejercicio es necesario para adquirir habilidades, para retarnos y ver lo fuertes y capaces que podemos llegar a ser. Que a veces se pierde y otras veces se gana, pero no es negociable rendirnos y tirar la toalla cuando las cosas no salen como queremos.
Papá con sus “domingos” nos enseña la importancia del ahorro, a aprender que todo cuesta y que los premios no pueden ser a diario, hay que ganárselos a través del esfuerzo y el tiempo.
Que las calificaciones son importantes, pero no son lo único que se necesita para sobresalir. Que hay que ser líderes, hacer amigos, relacionarnos con buenas amistades y participar en la mayoría de las actividades.
Que el trabajo conlleva sacrificios, pero son más grandes las recompensas; que la disciplina es clave para alcanzar aquello que nos proponemos lograr.
Papá nos enseña el amor propio con sus consejos, con sus palabras de afecto, con sus piropos. Nos hace sentir especiales con su cariño y sus cuidados.
Papá nos enseña a no callar, a alzar la voz ante las injusticias, a que sea escuchada nuestra opinión por diferente que sea.
Que el amor, la protección, la seguridad y la libertad son las características que debemos de buscar en una pareja, y que no nos conformemos con lo mínimo: hay que apuntar a la grandeza, pues merecemos el sol, la luna y las estrellas.
Papá nos enseña a conservar a los buenos amigos, a procurarlos, a disfrutar los buenos momentos y estar también en los malos.
Que lo único que nos vamos a llevar de esta vida son las experiencias, lo vivido, lo sentido y lo disfrutado. Papá nos enseña tantas, pero tantas cosas, que siempre el agradecimiento con él será eterno.
Gracias, papá, por todas tus enseñanzas.
¡Feliz Día del Padre!