Los une su nombre
Miguel Arizpe disfruta jugar con sus hijos, Miguel y Eugenia, mientras aprende de ellos.
FOTOS LUIS SALCEDO
Ser padre es un proceso de constante aprendizaje, a Miguel Alberto Arizpe Rodríguez le enseñó un amor tan fuerte que es indescriptible. Eso es lo mejor: aprender de ellos, quererlos tanto y ayudarles en su formación.
Juega con su hijo, Miguel Arizpe Santoscoy, de dos años, con la pelota de tenis, a las escondidas y con su carrito. Mientras a la pequeña Eugenia, de apenas un mes, disfruta cargarla y pasearla en sus brazos.
También heredó a su hijo la tradición familiar, pues tanto su tatarabuelo y abuelo, como su padre, Miguel Arizpe Jiménez, se llaman igual.
Este nombre de origen hebreo no es lo único que los une, sino también los valores. Además, su papá e hijo tienen mucho parecido físico y así lo han comentado varias amistades. “De carácter también tiene algo de mi padre, madre, mío y de mi suegro”, aseguró.
¿Por qué consideras que es especial compartir el nombre con tu papá e hijo?
Porque mi tatarabuelo y abuelo también lo tenían.
¿Cómo les dicen de cariño?
A mí me dicen Miguel; a mi hijo su abuelo le dice Tato.
El mejor recuerdo que tienes con tu papá: Las veces que nos llevó a parques de atracciones.
¿Qué mensaje le darías a tu papá?
Gracias siempre por todo tu apoyo, guía y consejos. Doy gracias a Dios por tener el mejor padre.
¿Qué mensaje le darías a tu hijo?
Eres la mayor bendición, junto con tu hermana, que Dios me ha dado. Le estaré siempre muy agradecido.