![Los desayunos.](https://d2m1kqghccc19k.cloudfront.net/wp-content/uploads/2025/02/Mariana-Cabello-1-800x600.jpg)
Desayunar es algo que hacemos a diario… bueno, menos quienes practican ayuno. Sin embargo, ir a desayunar es otra cosa.
Para mí, se ha convertido en una de mis actividades favoritas, algo que disfruto mucho. Creo que le agarré el gusto hace como cinco años, o sea, a los treinta; cuando las desveladas empiezan a pesar y prefieres reunirte con tus amigas por la mañana.
Casi siempre pido lo mismo: un café descafeinado, chilaquiles en salsa verde, una coca sin azúcar y, por supuesto, buena compañía. Quienes han ido conmigo no me dejarán mentir: las buenas conversaciones nunca faltan, ni el refill de café y el postre para compartir.
Me gusta ir a lugares nuevos a probar otros sabores, apreciar diferentes decoraciones, buscar otros aromas y descubrir distintos sentimientos.
¿Qué platican en las otras mesas? No es que sea de mi incumbencia, pero me da curiosidad. Se tocan infinidad de temas; pareciera que el café nos hace hablar con más sinceridad, que surjan más ideas y que hasta grandes negocios se concreten.
Ir a desayunar es un plan perfecto para celebrar, ya sea un cumpleaños, un aniversario o una buena noticia.
Compartir la mesa con alguien requiere planeación, un motivo y, otras veces, el pretexto perfecto para reunirte con las personas que quieres… y además, comer rico.
Conozco amigas que todos los domingos se reúnen en el mismo lugar para ponerse al día y convivir en familia. Otras tienen como ritual los miércoles para hablar de negocios y nuevos proyectos. Hay amigos que reservan los sábados muy temprano para disfrutar de unos buenos tacos y seguirse la pista. Las mamás que aprovechan que los niños están en la escuela para desconectarse por un rato de la rutina, y las que llevan a sus bebés, que son su incondicional compañía.
Mesas completas, incompletas, gente que va y viene. Platillos dulces y salados, bebidas calientes o frías, lágrimas, risas, silencios incómodos, palabras que vuelan por encima de todos, secretos que se revelan y meseros que también tienen su historia… y quizás, ganas de dar su punto de vista.
Siempre habrá algo bonito que presenciar: familias felices, abuelitos tomados de la mano, amigas que se reencontraron después de mucho tiempo, parejas compartiendo más que el pan de la mesa.
En Saltillo hay una gran variedad de lugares que ofrecen experiencias gratificantes en sabor, calidad, ambiente y precio.
¿Tienes algún lugar favorito? Cuéntamelo en mi cuenta de Instagram @demuchasformass y no olvides disfrutar los pequeños (o grandes) placeres de la vida.