“Si lo imposible todavía no se ha alcanzado, no hemos cumplido con nuestro deber”
Esta semana, quiero compartir con ustedes una breve semblanza de uno de mis fotógrafos mexicanos favoritos, Don Manuel Álvarez Bravo, quien es uno de los fundadores de la fotografía moderna, es considerado el mayor representante de la fotografía latinoamericana del siglo XX. Su obra se extiende de finales de la década de 1920 a la de los 90. Nace en el centro de la capital mexicana el 4 de febrero de 1902. Interrumpe sus estudios a los 12 años al fallecer su padre y comienza a trabajar para ayudar en la economía familiar, en una fábrica textil y posteriormente en la Tesorería General de la Nación. Su abuelo, pintor, y su padre, maestro, eran aficionados a la fotografía.
El descubrimiento temprano de las posibilidades de la cámara le hará explorar en autodidacta todos los procedimientos fotográficos, así como las técnicas de la gráfica. Compra su primera cámara a los 20 años. Su primer éxito fotográfico es alrededor de 1925, cuando gana el primer premio en una competencia local en Oaxaca. Regresa a su natal Cuidad de México en 1927 y es ahí, donde conoce a Tina Modottiquien lo introduce a la vida cultural e intelectual donde interactúa con otros artistas de diversas disciplinas. Entre ellos Edward Weston, quien lo alienta a seguir fotografiando; Weston le escribe en 1929 lo siguiente: “La fotografía es muy afortunada en tener a alguien con tu punto de vista. No es usual me que sienta estimulado por una fotografía sobre un grupo de ellas” En un inicio aborda el pictorialismo, influido por sus estudios de pintura en la Academia de San Carlos.
Explora luego las estéticas modernas, con el descubrimiento del cubismo y las posibilidades de la abstracción. En 1930 se inicia en la fotografía documental: Tina Modotti, al ser deportada de México, le deja su trabajo en la revista Mexican Folkways. Así trabaja para los pintores muralistas: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Álvarez Bravo es una figura emblemática del periodo posterior a la Revolución mexicana conocido como renacimiento mexicano. Fue aquel un periodo cuya riqueza se debe a la feliz, aunque no siempre serena, coexistencia de un afán de modernización y de la búsqueda de una identidad con raíces propias en que la arqueología, la historia y la etnología desempeñaron un papel relevante, de modo paralelo a las artes. Álvarez Bravo encarna ambas tendencias en el terreno de las artes plásticas. De 1943 a 1959 trabaja en el cine realizando fotografías fijas, lo que lo lleva a producir algunos experimentos personales. En 1973 dona su colección personal de fotografías y cámaras al Instituto Nacional de Bellas Artes.
Otras 400 fotografías adicionalmente a estas, fueron compradas por el gobierno mexicano para el Museo de Arte Moderno. En vida, presentó más de 150 exposiciones individuales y participó en más de 200 exposiciones colectivas. Según numerosos críticos, la obra de este “poeta de la lente” expresa la esencia de México, pero la mirada humanista que refleja su obra, las referencias estéticas, literarias y musicales que contiene, lo confieren también una dimensión universal. Falleció el 19 de octubre de 2002, a los 100 años. Si quieres conocer más de Manuel Álvarez Bravo, te invito a visitar: manuelalvarezbravo.org