El concepto de ser mujer ha cambiado para mí; también lo ha hecho para la sociedad a través de los años. Gracias a la historia hemos visto la revolución y la lucha por conseguir una igualdad de género, teniendo los mismos derechos hombres y mujeres.
Ser mujer ha sido un reto desde siempre, pues han existido muchas trabas para lograr ser escuchadas, sobresalir en una sociedad machista, redefinir nuevos roles y causas.
Encontrar un balance en todos los ámbitos donde nos desarrollamos y lo difícil que ha sido también cumplir con los estándares impuestos por la misma sociedad.
Tiempo atrás se pensaba que nosotras solamente podíamos dedicarnos al hogar, a la maternidad, que no teníamos la capacidad para tomar decisiones o ser consideradas para puestos importantes.
Gracias a cada una de las feministas que por generaciones no se han callado ante las injusticias, hoy la historia es distinta; sin embargo, aún hay mucho por lo cual alzar la voz, protestar y exigir.
Hoy en día en nuestro país es difícil ser mujer porque, aparte de lo ya mencionado, la inseguridad, la violencia física y verbal lamentablemente son el pan de todos los días.
Por estas y muchas causas más, hoy se marcha, se protesta, se dice, se aprende, se comunica y se invita a todos a que esta revolución no pare y que sigamos buscando un cambio.
Existen muchas formas de participar en movimientos feministas y ser parte de, por ejemplo al platicar con nuestras hijas sobre el empoderamiento femenino y la importancia de formar una red de apoyo entre mujeres, además de darles las herramientas necesarias para sentirse seguras en decir y hacer lo que sienten y desean.
En lo particular, el libro “Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes” de Elena Favilli y Francesca Cavallo me ha servido mucho para adentrar a mi hija de 10 años en el tema y que conozca historias de mujeres valientes del presente y el pasado que han cumplido sus sueños y han hecho cambios importantes en la ciencia, en la historia, en la moda, en el deporte y que trascendieron por su poder, valentía y ganas de mejorar el mundo. Cada cuento ha despertado su curiosidad, su imaginación y el deseo de convertirse en una mujer que deja huella.
Este mundo necesita mujeres fuertes, valientes, independientes, libres, autosuficientes, unidas, inteligentes, trabajadoras y es nuestro deber como madres formarlas, educarlas, enseñarlas; difícil tarea, pero no imposible. Todo es cuestión de estar informadas, de ir rompiendo patrones que cargamos de generaciones pasadas e ir, poco a poco, eliminando prácticas que vayan en contra de lo que merecemos y somos.
Ojalá pronto el concepto de ser mujer sea aún más libre, que no tengamos que salir a protestar, que no tengamos que defender nuestros derechos, ni temamos al salir a la calle.
Ojalá pronto no tengamos que pedir igualdad, ni esforzarnos más en demostrar nuestras habilidades.
Ojalá pronto las nuevas generaciones solo conozcan de esta lucha por los libros de historia y que cada una de nosotras estemos en ella, como aquellas que quisieron un mundo mejor.