La ciudad que me vio nacer y crecer está de fiesta, el 25 de juliocumple 444 años y como buena saltillense me llena de orgullo decir que soy del norte, que soy de Coahuila; ya que Saltillo me ha dado todo, en Saltillo me siento feliz.
Mi familia paterna es de aquí, del Ojo de Agua y de la calle de Colón; se dedicaron toda la vida al comercio, igual que mi papá, a quien actualmente su empresa le permite dar empleo a familias saltillenses y a posicionar el nombre de Saltillo en otras partes de la República Mexicana.
Mi mamá es de la ciudad de México, una chilanga enamorada de la tranquilidad y la calidad de vida que desde un inicio le brindó Saltillo, con un clima perfecto y una vista de ensueño; las montañas acompañadas de un cielo azul celeste. Mi mamá lleva más de 34 años viviendo aquí y no hay día que no contemple el hermoso amanecer, el cálido atardecer y el brillante anochecer que se hace presente de muchas formas y muchos colores.
Conozco mi ciudad gracias a ella, una gran guía turística que desde pequeña nos llevó a recorrer todos las callecitas y a sentirnos orgullosas de nuestras raíces.
Paseamos por el centro de la ciudad infinitas veces, recorrimos los lugares emblemáticos e importantes de aquí; La Catedral de Santiago, la Plaza de Armas, el mirador, el Teatro de la Ciudad Fernando Soler, las escaleras de Santa Anita y más; en eso consistían nuestros sábados , ir de paseo por la ciudad como si fuéramos turistas.
Los museos formaban parte de nuestro recorrido; primeramente el de las aves, el del Desierto, el de la Katrina, el museo de las muñecas y el Taurino por mencionar los más populares.
En el mercado Juárez buscábamos una que otra artesanía que decorara nuestra casa, así mismo el domingo disfrutar del paseo tradicional de la plaza de Arteaga.
Asistíamos a la fiesta patronal de Santo Cristo del Ojo de Agua ,a la feria del dulce y del tamal; siempre partícipes de los eventos y tradiciones de nuestra tierra.
Disfrutar de la gastronomía ha sido y es parte fundamental de nuestros días, nos gusta conocer y comer en los restaurantes saltillenses y deleitarnos con los maravillosos platillos típicos que nos ofrecen; el cabrito, la fritada, las enchiladitas rojas acompañadas de sus papitas, los cortes finos de carne asada, el machacado con huevo, los tamales verdes y rojos y chilaquiles con chicharrón de aldilla; ¡claro!, sin olvidarnos del postre o la merienda a media tarde; un panecito de pulque, un buen pedazo de cajeta de membrillo, una empanadita de dulce de leche, unas crujientes campechanas o un rollo de nuez.
La música norteña y los espectáculos como los matlachines distinguen nuestra ciudad, nos gusta mostrárselos a nuestros familiares que no son de aquí, pues es algo emblemático, que nos representa y transmite muchos sentimientos.
Mi mamá ya habla como aquí, golpeado y directo, le costó trabajo acostumbrarse a las frases y exclamaciones, sin embargo ya le agrega “illo” a la terminación de las palabras,(a veces).
Así que tanto mi familia como yo nos sentimos muy afortunados de vivir y ser parte de una comunidad en donde el trabajo y la familia son el motor principal para salir adelante en todos los aspectos.
Gracias Saltillo por darnos tanto y felicidades a todos los que hemos contribuido para que sea una ciudad limpia, segura, próspera y con gran crecimiento. Todos los que vienen a visitarla se van con un gran sabor de boca, con algunos kilitos de más y con la promesa de siempre regresar.