![¿Mito o realidad?](https://d2m1kqghccc19k.cloudfront.net/wp-content/uploads/2024/12/Cedillo-800x600.jpg)
Entre el mito y la realidad. ¿Mito o realidad? ¿Existen de verdad las bebidas y comidas y alimentos afrodisíacos? La cualidad de ser afrodisíaco viene, usted lo sabe, buen lector, de Afrodita (diosa griega del amor). Esta cualidad o motivo tiene que ver con el azuzamiento del placer sexual, motor de la vida del ser humano desde que la historia y la razón son historia y razón. Se busca entonces, de manera mágica, si usted quiere, bebidas, ungüentos, alimentos, comidas, pócimas y filtros lo mismo para atraer al sexo opuesto que para levitar y/o aguantar lo más posible (retardarlo hasta el paroxismo) ese placer que jamás aburre: el sexo. Ojo: dije sexo, no amor.
Gracias por leerme, gracias por hacer suyas estas letras. Mucha carne en la lumbre o asador, muchas ollas a fuego rápido: al leer morosamente a Marco Aurelio (uno de los favoritos de don Alejandro Valdés, líder y propietario de un proyecto gastronómico en pleno centro de la ciudad, polo universitario y junta urbana, pues), don Alejandro me puntualizó mis anteriores textos. Igual, el chef de sabor huracanado, sir Juan Ramón Cárdenas, me hace el favor de su lectura y ha tenido polémicas bien hilvanadas con su servidor, entre ellas, y la última, esa planta del diablo y de Dios: la mandrágora.
Coincido con el mago de Colombia, Gabriel García Márquez, quien en su libro “Memoria de mis putas tristes” dejó el siguiente aforismo tatuado a fuego lento: “El sexo es el consuelo que a uno le queda cuando no le alcanza para el amor”. Pues sí, cuando no nos alcanza para el amor, solo queda la búsqueda de la eternidad a través de los placeres de la carne, y dichos goces, no pocas veces y también, nos rehúyen, nos sacan la vuelta.
¿Cómo convocarlos? A través de pócimas, alimentos, bebidas afrodisíacas, las cuales, entre el mito y la realidad, solemos creer que potencializan nuestro atractivo (la sexualidad), están ligados a la fertilidad o, de plano y en el mejor de los casos, bien utilizadas (bebidas y alimentos), nos hacen atractivos(as) al sexo opuesto.
Lejos está mi pálido alfabeto de hacer aquí una exégesis o disección de los componentes químicos y probar de manera científica la fantasía o la realidad de bebidas y alimentos considerados afrodisíacos y liberadores de la libido humana. No. Mejor aún, acometeré este reto con las únicas armas que tengo: la literatura, la lectura y, claro, el disfrute y goce de semejantes platillos y bebidas que nos hacen la vida placentera, sean verdad o mentira. Caray, sale sobrando; pero bueno, aquí vamos.
Va resumen: hay un hombre tramposo en los inicios de la Biblia, en el Génesis: es Jacob. La Biblia lo describe como ambicioso y voraz. “Me ha suplantado dos veces, se apoderó de mi primogenitura, y he aquí, ahora ha tomado mi bendición” (Génesis 27:36), reniega el pobre Esaú. Pues bien, sin ahondar en la personalidad del estafador de Jacob, este tuvo varias mujeres, entre ellas a Raquel, la cual era de “lindo semblante y de hermoso parecer” (29:17). Pues sí, era linda la muchacha, pero no podía tener hijos. ¿Cómo engendrar? Pues recurriendo a sustancias maravillosas. En este caso, Raquel no pidió, no, sino que exigió mandrágoras, las cuales fueron recogidas en el campo en el tiempo de la siega de los trigos. ¿Sabe qué pasó? Que sí tuvo hijo. (Génesis 30:14-24).
¿Fue Dios o las mandrágoras? Vamos iniciando.