Para un escritor, para un poeta, todo es materia inflamable. No hay cosa menor ni insustancial
En entregas anteriores, usted y yo hemos explorado diversos libros y autores bajo una égida: la gastronomía y sus frutos. Y es que todo, todo tiene que ver con la comida, la alimentación y su simbolismo que ésta deviene en la mano de poetas, artesanos, chefs, historiadores, músicos. Lo hemos deletreado antes: el poeta por antonomasia de América, Pablo Neruda, lo sabía. Por ello, escribió una “Oda al tomate”, donde éste muestra todo su poderío, su frescor en días de sol y brisa caliente. Dice el poeta: “La calle/ se llenó de tomates,/ mediodía,/ verano,/ la luz/ se parte/ en dos/ mitades/ de tomate,/ corre/ por las calles/ el jugo.” El maestro de verbo ardiente, Pablo Neruda, dice del tomate, tiene “luz propia.”
Rueda rodando y oteando libros en una librería de Monterrey, di con un libro de un poeta mexicano, Antonio Deltoro. Poeta galardonado en su momento con el Premio de Poesía Aguascalientes. Su texto es “Los árboles que poblarán el Ártico”, el volumen se deja leer de una sentada. Sus textos son verso libre que explora todos los mundos posibles. Leyendo sus versos, di con varios que tienen como motivo, sí, los frutos, la gastronomía, los tragos, el vino. Se lee en uno de sus poemas bautizado precisamente
Con unas copas”, el cual tiene un epígrafe de William Blake: “El camino del exceso…” Con unas copas Tengo salidas, No tengo un vicio, Una adicción al dolor, Tengo una fiesta, Y si me embriago Y me convierto En un borracho lamentable, Allí estará la resaca Recordándome Que los excesos no son puertas.
Entre el insomnio, la duda, la ansiedad y la resaca, vivimos los escritores. No siempre hay final feliz; de hecho, la derrota es la constante, no la victoria, sino la lucha diaria. Entre versos anida el demonio y la perplejidad, por eso no pocas veces el poeta, el escritor cree estar habitado por “otro”, eso llamado “otredad.” En su texto “Sartén con papas fritas” Antonio Deltoro lo expone fielmente: “Es otro, es otro quien se despierta,/ no es el mismo que soy, pletórico e idiota,/ con un vaso de vino en la mano/ ante el sartén de papas en el fuego;/ exaltado, con una lucidez que apunta/a los sentidos y destierra la metafísica.” Para un escritor, para un poeta, todo es materia inflamable. No hay cosa menor ni insustancial. Algo como un ciruelo, en voz del poeta Deltoro es el “bullicio de la copa… con sus colores de novia.” Sin duda, sin duda alguna. Los frutos y la gastronomía habitan este libro el cual se consigue a muy bajo precio en Monterrey. e Salpicón Jesús R. Cedillo