Sin la traición de Judas, no habría crucifixión, NI SALVACIÓN. Tenía que pasar así.
Sin dolor, no hay sanción, ni crecimiento. El hijo de Dios se hizo hombre y experimentó el dolor. “Padre, ¿por qué me has abandonado?” Lo maltrataron. Lo humillaron. Lo traicionaron. Y, como si esto fuera poco, ya estando clavado en la cruz con inmenso dolor, los soldados se burlaron de él, le dieron vinagre en vez de agua, sortearon su túnica y le clavaron una lanza en el costado. Aún así, él perdonó; no guardó odio, ni rencor y le pidió a su Padre: “perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Tuvo compasión.
Hay algo que a mí me impresiona muchísimo: en 1981, un hombre quiso matar al papa Juan Pablo II. Le disparó cuatro veces. El papa estuvo delicado. A él lo sentenciaron a cadena perpetua. En 1983, el papa fue a visitarlo a la cárcel e hizo lo inimaginable: lo perdonó. ¡Qué corazón tan grande y noble se debe tener para perdonar a un desconocido que trató de matarte! ¡Qué gran lección nos deja sobre el perdón! La lectura que yo le doy a estos acontecimientos es: “no puedo vivir con miedo y con rencor, porque eso no es vivir. La gente hace cosas que nos duelen y perjudican, pero la vida sigue para quien confía en Dios; su plan es perfecto, con lo bueno y con lo malo, ya que sirve a un propósito”.
En nuestra historia siempre habrá un villano: una persona, una situación, una enfermedad, un problema al que tenemos que enfrentarnos con buena cara y verlo como un maestro que te prepara para que pases el año y sigas el camino hacia tu mejor versión.
Y hablando de maestros, la frase “Padre, ¿por qué me has abandonado?” hace referencia a que, muchas veces, Dios estará en silencio. Tú te sentirás solo y derrotado, sentirás que esto que te sucede es injusto y que te está quitando de merecer, de recibir, de hacer y de disfrutar. Cuando, en realidad, lo que Dios quiere es que saques todas tus fuerzas, esas que pensabas que no tenías, y por ti mismo salgas adelante. Él no te dará la respuesta. Él lo que hará, si tú se lo pides, es llenar tu corazón de esperanza y de paz. Te dará la seguridad de que esto pasará, pero no te ahorrará el dolor, porque es lo que necesitas para salir adelante y convertirte en tu mejor versión.
