“Cambiemos el mundo, amigo principito…Que no es locura ni utopía, sino justicia”
A nombre de Fátima, Ingrid, María, Minerva, Isabel, Janeth, y lamentablemente muchas más. Una extensa mayoría de mujeres ha sido violentada en alguna etapa de su vida, desde la niñez hasta la vida adulta.
¡Qué impotencia, qué vergüenza, qué tristeza!
¿Qué está pasando en la sociedad?, ¿por qué se están permitiendo estos actos?, ¿por qué las cifras aumentan?, ¿por qué no hay humanidad?, ¿dónde está la autoridad?,
¿en quién podemos confiar?, ¿quién nos puede ayudar?, ¿quién lo puede parar?, ¿quién nos puede escuchar?, ¿qué hay que hacer? ¿Salir a la calle a protestar, a rayar paredes o compartir en redes sociales?
Tantas preguntas sin respuestas, tantas historias desgarradoras, tantas mujeres que hoy ya no están. La violencia es inaceptable, deja una huella imborrable, limita, manipula, destruye y sus consecuencias son devastadoras.
“La unión hace la fuerza”, recurrir a esta frase con nuestra gente, en nuestra sociedad y con nuestra tribu.
Solidarizarnos con los de a lado, con los vecinos, con los cercanos. Estar alertas, cuidarnos los unos a los otros, protegernos y extremar precauciones. Y aunque sé que esto no debería de estar pasando, debemos de ser más conscientes de lo que hacemos, cómo y dónde.
Es importante mantener siempre la comunicación con un ser querido y platicarle lo que haremos durante el día, avisarles antes de salir de la casa, mandar nuestra ubicación en tiempo real, no andar solas en la noche, traer cargado siempre el celular y el carro con gasolina.
Evitar registrar en redes cuando llegamos a un lugar, no subir fotos de nuestra casa, ni del colegio de nuestros hijos, ni donde salgan expuestas las placas del auto que conducimos.
Tener una contraseña familiar para cuando estemos en peligro y nos quieran extorsionar, explicarles a nuestros niños que no deben irse con nadie más, avisar en la escuela quienes están autorizados a recoger a los hijos.
No mandar a los niños a la tienda, ni dejarlos que salgan solos a jugar a la calle, no descuidarlos ni un segundo, de preferencia no acudir con ellos al supermercado.
Buscar siempre a alguien que nos acompañe para ir de compras y tener a la mano los números de emergencias.
Salir con un grupo de verdaderos amigos, que nos sintamos seguros, que sepamos que en cualquier situación difícil actuarán. Hablar, platicar del contexto actual, pedir ayuda si nos sentimos amenazadas, acosadas o en peligro.
Y como es imposible vivir con miedo, con angustias y pensando siempre en lo que podría llegar a suceder, hoy más que nunca cuidemos nuestra vida y las de los demás; estando alertas y realizando pequeños pero significativos cambios.
El mundo necesita personas con amor, valores y humanidad… Sé uno de ellos.