Muchas y muchos de nosotros tenemos mascotas en casa que llegan a convertirse en familia, ya sea por el tiempo que pasamos con ellos o por el cariño que les tenemos. Duermen con nosotros, nos acompañan en nuestras actividades diarias, los consentimos y seguimos una rutina que ellos conocen y aman. Pero ¿qué pasa cuando llega un nuevo miembro a la familia, un nuevo bebé, y qué podemos hacer para que nuestros mejores amigos o amigas peludos no sientan rechazo o que los hacemos a un lado?
Primero lo primero: no los hagan a un lado. El que llegue un nuevo bebé no quiere decir que no podrá convivir con tu perro o gato, o que hay que tener miedo de que convivan; al contrario, podemos hacer que se sientan involucrados en la bienvenida. Desde que lleguen del hospital, permitan que su mascota se acerque al bebé, que lo huela y lo vea. Tengan la confianza de que si han criado y educado a su mascota con amor, ese mismo amor se verá reflejado en su forma de interactuar con el bebé.
Mantengan a su mascotita aseada para que conviva libremente con sus hijos y puedan evitar que contraigan alguna enfermedad o algún bichito que pudieran traer por ahí.
Recuerden también que, por más que amemos a nuestras mascotas, siempre hay que estar al pendiente y tratar de no dejarlos solos o en alguna situación riesgosa. Por más cariño que les tengamos, siguen siendo animalitos y debemos tener ciertas medidas de seguridad: un jalón de orejas o de cola pueden llevar a algún accidente que no nos gustaría vivir.
Y por último, pero no menos importante, voltear las cosas: debemos también, y sobre todo, enseñarle a nuestros hijos a tratar con respeto y amor a ese amiguito de cuatro patas que significa tanto para nosotros. Seamos el ejemplo, mostrémosles la atención que deben tener, las formas correctas de cuidarlos y el cómo relacionarse, ya que puede ser el comienzo de una hermosa amistad.
