No es sencillo escribir sobre alguien con quien tuve poco contacto en persona, pero cuya influencia dejó una huella indeleble en mí.
Fue un 3 de octubre de 2015 cuando llegué al Congreso del Estado de Nuevo León acompañada de Fernando Martínez Tirado, entonces dueño del medio de comunicación Posta, para asistir a la toma de protesta del gobernador electo, Jaime Rodríguez “El Bronco”.
Al llegar, un grupo de periodistas cubría la entrada de los invitados y Fernando se dirigió directamente a uno de ellos. “Obed Campos”, me dijo al presentármelo. Mientras nos retirábamos hacia el interior, Fernando añadió: “Obed es uno de los mejores periodistas, es muy crítico y directo”. Después de ese día, no volví a tener noticias de Obed hasta 2017, cuando presenté mi primer libro “Siete caminos para la superación personal”, en la Feria Internacional del Libro de Monterrey.
Por aquel entonces, mi interacción con los medios de comunicación era escasa. Sin embargo, un periódico cubrió mi presentación. Al investigar quién estaba detrás de ese medio, aquel periodista volvió a cruzarse en mi camino. Agradecida por la cobertura, comenzó una relación de apoyo mutuo y desde entonces mis editoriales han sido publicados en ScriptaMty.
El 27 de junio, en el marco de la XX Cumbre Mundial de Comunicación Política, desperté con mi WhatsApp inundado de mensajes. El “periodista crítico” había escrito sobre mi persona, y amigos y colegas no tardaron en hacerme llegar la liga de aquel artículo.
Leer sus palabras fue más que una sorpresa, fue un momento de profunda reflexión y gratitud. Sus observaciones no solo me motivaron a seguir adelante, sino que también reafirmaron mi compromiso con mi comunidad y con los ideales que defiendo. La validación de alguien tan respetado y con un ojo crítico tan agudo como el de Obed no es cosa menor. Es un recordatorio de que cuando trabajamos con pasión y dedicación, nuestro esfuerzo no pasa desapercibido, incluso ante aquellos que son conocidos por su severidad y objetividad.
Ese reconocimiento no fue solo un elogio, sino un llamado a seguir mejorando, a mantenerme firme en mi misión y a seguir impactando positivamente a quienes me rodean. La influencia de Obed, aunque breve, fue contundente.
Personas como Obed nos enseñan que no es necesario compartir largos años para dejar una marca significativa en la vida de alguien. A veces, un solo encuentro o una sola palabra son suficientes para cambiar la dirección de nuestros pensamientos, de nuestras decisiones y, en última instancia, de nuestras vidas. La grandeza de su legado radica precisamente en eso: en la capacidad de impactar profundamente a aquellos con quienes se cruzó, sin importar cuán efímera fuera la relación.
Q.E.P.D. y que en memoria viva.
¡Hasta pronto, amigo!
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