Nunca supe de dónde sacaron el dato, pero en clases de mercadotecnia escuché una y otra vez que por cada comentario negativo de un cliente, necesitas catorce buenas habladas de tus consumidores para nivelar la balanza en cuanto a imagen corporativa. La obvia intención de ese cuestionable parámetro es entender la importancia de cuidar la percepción que la gente tenga de nuestros productos y servicios. Pero te estoy hablando de una medición del siglo pasado, ¿Cómo es ahora?
Pues así como se viraliza para bien de su empresa la imagen de un chef echándole sal a la carne con estilo, pasa que si a alguien de mayor celebridad se le ocurre inventar y publicar que apareció una mosca en su platillo, el turco cocinero se las verá negras (las situaciones) para contrarrestar el quemón que estará dando vueltas por el mundo de las redes sociales. No importa cuantas vacas haya servido en corte y cocciones perfectas, el dicho de alguien de una mosca en la sopa echa a perder el negocio.
Sucede en todo cambio de estafeta: es bien sabido que antropológicamente el hombre se rezaga en su adaptación a las nuevas realidades de su entorno, ya sea un recolector de tubérculos que tuvo que salir a cazar en la prehistoria, o un campesino inglés durante la revolución industrial… o la horda que hoy somos de alegres espectadores-repetidores de cualquier contenido que se nos cruce en nuestro teléfono móvil.
Claro, esto es tierra fértil para vivales de la comunicación que han encontrado nuevas formas o sitios de chantaje ante la reducción de partidas oficiales-no oficiales para el chayote. Con la simple fabricación de una denuncia en redes sociales anónima y falsa, desde diseñadores hasta jardineros, médicos o arquitectos, mecánicos, mariachis y plomeros, comercios y escuelas de baile, empresas de servicio, restaurantes, cines o pastelerías, todos son sujetos a la nueva forma de extorsión que de forma alarmante se extiende como medio de vida entre algunos periodistas e influencers carentes de vocación pero con desmedida ambición, quienes cuentan con el mágico número (también quien-sabe-de-donde sacado el parámetro) de dos mil seguidores o más en sus redes sociales.
Instituciones de procuración de justicia, congresistas federales y diputados locales, gremios empresariales, periodistas serios y medios de comunicación comprometidos, colegios de profesionistas, sindicatos, organizaciones ciudadanas, y toda agrupación o persona que le da la cara a la sociedad, habríamos de buscar e implementar los mecanismos de adaptación jurídica a la nueva realidad en las formas y fondos de comunicación, porque apenas nos vamos despertando de la pesadilla de estar pagando a enmascarados con pistolas para que nos permitieran ejercer nuestros oficios y vivir en paz, como para ahora caer en pagarle a reconocidos bandidos sin caretas, pero con un arma tan temible y peligrosa como lo es azuzar a la opinión pública con conflictos inventados.
EL AUTOR
Escritor saltillense, ganador de un Premio Estatal de Periodismo Coahuila. Ha escrito para diferentes medios de comunicación impresos de la localidad.
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