Para el desayuno, la comida o la cena, el sándwich es un bocadillo ganador que será tu fiel compañero. Si eliges los ingredientes correctos y la cantidad, te brindará una comida completa con gran valor nutricional
Desde que éramos niños, el sándwich ha sido nuestro compañero inseparable durante los almuerzos; no hay niño al que su mamá no le haya mandado a la escuela un emparedado clásico de jamón con queso amarillo y mayonesa.
Hasta el día de hoy, ya en la edad adulta, no hemos dejado de lado al sándwich: sigue siendo nuestro alegre compañero en la jornada laboral; ya seas un estudiante, un oficinista o un todologo, probablemente tendrás un sándwich muy cerca de tí.
De acuerdo al Pequeño Larousse de Gastronomía, el sándwich o emparedado es una preparación fría, elaborada a partir de dos rebanadas de pan con una guarnición simple o compuesta, que se corta en rebanadas o trozos pequeños y se acompaña de varios condimentos.
La práctica de sostener comida entre dos rebanadas de pan es muy antigua. Los primeros registros se remontan hasta hace dos mil años en la antigua Roma; no obstante, fue hasta el siglo XIX que la palabra “sandwich” comenzó a utilizarse, pues se deriva del apellido del inglés John Montagu, quien pertenecía a la nobleza y era el cuarto Conde del condado de Sandwich, en Inglaterra.
Cuenta la leyenda que durante un partido de póquer, Sir John le pidió a los sirvientes le sirvieran cortes de carne fría entre dos rebanadas de pan, para así poder comer sin tener que dejar de jugar cartas o moverse de la mesa de juego. Pronto, el afamado bocadillo se popularizó y otras personas comenzaron a ordenarlo como: “así como Sandwich.”
NO LO OLVIDES
Puedes armar una gran variedad de emparedados, realizando múltiples composiciones originales. Simplemente sigue estos sencillos pasos:
1. En primer lugar, escoje el pan correcto. Evita los panes blancos, elaborados a partir de harinas refinadas. En su lugar, opta por aquellos con granos enteros como avena, amaranto, trigo y cebada, elementos que te aportaran la fibra necesaria para el correcto funcionamiento de tu aparato digestivo y, además, te llenarán de energía.
2. Luego, no olvides agregar frutas, verduras y hojas verdes, pues le darán a tu organismo vitaminas, minerales y antioxidantes. Recuerda que, al tener un contenido calórico bajo, se darán la sensación de saciedad sin ingerir calorías en exceso.
3. Finalmente, tenemos el producto de origen animal. Los quesos blancos son bajos en grasa y aportan calcio y probióticos. En el apartado de las carnes, utiliza opciones magras como el pavo o el pollo; así como salmón o atún.