Atribuido a Sun Tzu, el libro “El arte de la guerra”, opúsculo de apenas 90 páginas, es un clásico imperecedero, multicitado y glosado. Hay innumerables versiones y apostillas. En el colmo de la tergiversación de dichos materiales, existen versiones de este arte de la guerra para políticos, empresarios, amas de casa, líderes, agentes de bolsa y un largo etcétera. Es decir, le “hacen decir” cosas que el libro original no dice.
Tengo varias ediciones, pero he comprado una nueva de un traductor norteamericano, quien ha hecho una versión limpia, dura y pulcra. Es Stephen F. Kaufman. Lo he disfrutado de nuevo y mucho. Pero no había reparado en lo siguiente, lo cual es motivo de este encuentro dominical con usted: innumerables veces, el estratega Sun Tzu (recopilación de enseñanzas y aforismos de hace más de dos mil años) hace referencia a la comida, a las bebidas y a los suministros (ya sean alimentos o de guerra: flechas, arcos, armaduras…).
Es increíble cómo el maestro del engaño (siempre recomienda ganar una guerra sin disparar una flecha) deposita una gran enseñanza en la comida y bebida. Lea usted la siguiente selección de sus textos, aunque luego regresaremos con una columna más. ¿Comer en exceso es malo? Sí. ¿No comer bien es malo? Sí. Y los guerreros, es decir, usted o yo, en este tejido de la vida cotidiana que es el campo de batalla, necesitamos estar bien alimentados para enfrentarnos con un mundo siempre violento, esquizoide y mezquino. Lea.
“El jefe militar sabe cuándo cada hombre se halla en la posición adecuada y qué armas puede usar. No convierte a los cocineros en arqueros. Considera los costes de la batalla a todos los niveles”.
“Como jefe militar, hay que ser valeroso. Una vez elegidos nuestros hombres, hay que tratarlos con consideración, alimentarlos y cuidarlos. En estas condiciones nunca nos defraudarán”.
“Es aconsejable mantener al enemigo en movimiento, forzándolo a cubrir áreas que ordinariamente no requieran gran atención. Crear trastornos que le obliguen a dirigir sus pensamientos hacia algún otro lugar. Crear disensiones entre sus tropas, dándoles regalos que generalmente no recibirían. Envenenar sus alimentos. Hacer enfermar a sus hombres con mujeres sucias…”
“Sin comida el ejército no puede mantener su energía. Sobrealimentar a las tropas las hará perezosas e interferirá con su deseo de vencer, al igual que una comida demasiado escasa los pondrá nerviosos e inquietos”.
“El racionamiento apropiado de los suministros afecta a la comida, las municiones y el dinero. Todos tienen la misma importancia. La comida es esencial en las marchas, más que las armas. En el combate las armas son más importantes que la comida”.
Grande, grande este Sun Tzu y su libro milimétrico el cual, si se aplica a la vida cotidiana, funciona en todo. La ficha completa del libro es: “El arte de la guerra” de Sun Tzu, traducción de Stephen F. Kaufman para la editorial española Paidotribo, 95 páginas.