Argentina es un país cuya geografía ha favorecido la producción de algunos de los mejores vinos
Por: Marco Beteta/ Un mundo de sentidos
La mezcla del paisaje —entre árido, exuberante, llano y montañoso —, así como la altura, las nutridas tierras, el agua pura del deshielo de los Andes y los diversos microclimas, dieron origen en el siglo XVI a la elaboración de los vinos argentinos que, con el paso del tiempo y gracias al binomio calidad-precio, han logrado consolidarse en el mercado, manteniendo a la fecha el quinto lugar de producción mundial, según recientes datos de la Organización Internacional de la Viña y el Vino.
La región alberga, al pie de la Cordillera de los Andes, provincias de gran tradición vitivinícola y particulares costumbres, un mosaico de escenarios y terroirs que dan vida a variedades de blancos como el Torrontés —único en producción fuera de Europa—, y de tintos, destacando el Malbec, por pronunciarse como una varietal más oscura y afrutada de la Côt noir francesa introducida al país a mediados del S. XIX.
La ruta del vino en Argentina, pensada para quienes buscan descubrir rincones del mundo al tiempo de paladear un buen vino, ofrece múltiples recorridos que incorporan para el descanso o la aventura servicios de hospedaje, spas, restaurantes y visitas a prestigiadas bodegas. En éstas, ya sea como experto o amateur, se disfrutan degustaciones únicas, enmarcadas por un espacio rodeado de naturaleza y lleno de historia y cultura que abre todos los sentidos.
Al centro
Córdoba, de larga tradición e interesantes propuestas de vino artesanal o boutique, a las que se suman su atractivo natural y oferta deportiva; y, muy cerca, Colonia Caroya, productora de vinos regionales y agradable atmósfera mediterránea, legado de la migración italiana.
Al centro-oeste
Mendoza y San Juan cobran importancia como primero y segundo lugar respectivamente, por su vasta producción vinícola enfatizada en tintos. San Juan reúne prometedores recorridos enoturísticos, galerías y museos, además atrae a quienes persiguen el turismo de aventura. De San Juan sobresale el valle de Tulum por su amplia elaboración. En Mendoza, la cordillera alcanza mayor altitud y la vitivinicultura destaca como actividad, lo que se transpira como esencia del lugar otorgando visitas de alto valor histórico y natural. Es ideal para combinar vino y esquí.
Al noroeste
Salta, cuna del afamado Torrontés de América; Catamarca, rodeada de misticismo y reminiscencias incaicas; y La Rioja, con vinos premiados y reconocidos internacionalmente, son productoras de blancos y jóvenes, principalmente, y un destino en conjunto que integra los viñedos más altos, una cocina heredada de la cultura aborigen y espectaculares paisajes que embellecen sus bodegas tradicionales y artesanales.
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