La clave no es un mejor equipo, sino: imaginación.
Puede que más de una vez te hayan dicho aquello de “¡qué foto tan bonita, parece una postal!” y aunque imaginamos que no te habrá gustado, seguro que sigues empeñado en hacer espectaculares fotos de atardeceres y/o amaneceres (si es que eres madrugador). Por ello te vamos a mostrar trucos que te ayudarán a mejorar tus fotos de este tipo.
Porque si te apasiona la fotografía, estamos seguros de que nunca te cansas de ver el espectáculo del amanecer y atardecer, los cálidos colores del cielo, las nubes dramáticas teñidas de rosa y la luz suave y cálida. Incluso un lugar anodino puede convertirse en una foto espectacular gracias a una buena puesta de sol, y no digamos si encima el lugar acompaña.
Por eso en este artículo nos hemos propuesto hacer un repaso a los principales puntos clave que hay que tener en cuenta para hacer este tipo de imágenes, así como aportar consejos prácticos para mejorar tus resultados.
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La planificación es lo primero
Por supuesto, antes de sacar la cámara hay que planificar mínimamente lo que vamos a hacer, tanto sobre el qué como sobre el cuándo. Respecto a lo primero, es interesante que días antes hayamos localizado el sitio perfecto para las fotografías, ese lugar donde la composición sea irresistible. Sobre el cuándo, hoy día es muy sencillo saber a qué hora se pone o sale el sol (hay páginas que nos lo cuentan e incluso apps como ésta disponible para iOS) así que, una vez informados, sólo hay que seguir las recomendaciones.
Llega con tiempo
Sabiendo a qué hora vamos a ver despuntar u ocultarse el sol por el horizonte, conviene llegar al lugar que ya hemos elegido previamente con al menos media hora de antelación. Esto te permitirá elegir el sitio donde colocar la cámara con el encuadre ideal dándote la oportunidad de hacer pruebas en varios sitios.
Si se trata de un amanecer es probable que no sepas exactamente el lugar por donde va a despuntar el sol, por eso conviene estar muy atento porque antes de que esto suceda la luz del horizonte te dará una pista clara del lugar exacto.
Llegar temprano también te permitirá probar el objetivo que vas a utilizar y decidir cuál va a ser el mejor para la imagen en concreto que quieres captar. Luego cuando el espectáculo comience podrás ir cambiando de focal y haciendo más pruebas pero es recomendable haberlo hecho con antelación.
No te olvides del trípode
Aunque podrías tirar de ISO y estabilizador para conseguir resultados decentes, sin duda la técnica básica es similar a la de las fotografías de larga exposición diurna. Es decir, es altamente recomendable poner el ISO al mínimo para obtener el menor ruido posible y cerrar el diafragma hasta una abertura en la que el objetivo rinda al máximo y nos asegure profundidad de campo (sobre f11 es una buena cifra).
Esto, unido a la escasez de luz, hará que tengamos que usar una larga exposición por lo que la estabilidad que proporciona un trípode será muy necesaria (ojo, y no nos olvidemos de anular el estabilizador si nuestra cámara/objetivo lo llevan). Por cierto que si así lo deseamos, podemos forzar que la exposición sea más larga de lo que sería necesario con el fin de lograr los atractivos efectos que se consiguen con las fotografías de larga exposición, como el agua lavada o las nubes con efecto de movimiento.
Utiliza modos manuales y medición puntual
Para hacer lo que antes te comentaba no hace falta decirte que habrás tenido que obviar los modos automáticos de exposición de tu cámara, que desde luego no son los más adecuados para este tipo de situaciones. Del mismo modo, tampoco podemos fiarnos del fotómetro matricial; ya sabes, el que hace una medición de toda la escena y determina unos valores para todo el conjunto.
En los atardeceres/amaneceres es muy recomendable cambiar la forma en la que medimos la luz al modo puntual para tomar una medición de las zonas que más nos interesen. Aquí todo dependerá de la situación concreta, pero lo usual es medir la luz en el cielo (sin incluir el sol) para que respete las tonalidades de éste. De paso, las zonas de sombra queden totalmente en negro dando lugar a las siempre atractivas siluetas.
Otra forma de hacerlo es realizar una subexposición respecto a lo que nos diga el fotómetro en modo matricial, lo que en la práctica implicará lo mismo. Ahora si lo que nos interesa fotografiar incluye que haya detalle tanto en las zonas de altas luces como de sombras la estrategia ha de ser diferente.
En este caso básicamente hay dos posibilidades. Utilizar un filtro graduado de densidad neutra o hacer al menos dos exposiciones (una para cada zona de contraste) que luego montemos en el ordenador con un tratamiento de tipo HDR.
Usa el formato RAW o ten cuidado con el balance de blancos
Lo ideal, como siempre recomendamos, es disparar en formato RAW por las evidentes ventajas que aporta a posteriori (y si aún no lo has hecho ahora puede ser un buen momento). Aparte de ofrecer la máxima calidad, una de las cosas en las que nos ayuda es a no tener que preocuparnos del balance de blancos, que en este tipo de fotografías puede ser importante.
Y es que los tonos rojizos típicos de los atardeceres y amaneceres pueden verse mitigados por el balance de blancos automático de la cámara. Por eso, si no quieres utilizar el formato RAW ten cuidado con este ajuste y prueba a ver cómo van quedando las tomas. O mejor, directamente ponlo en modo Sombra lo que hará que las tonalidades anaranjadas se vean potenciadas.
Echa mano de la regla de los tercios
Aunque siempre os decimos que en fotografía la creatividad es lo más importante y que las reglas están para romperlas, como estamos hablando de fotografía de paisajes aquí es bastante recomendable seguir la archiconocida regla de los tercios. Ya sabéis, ésa que nos dice que el centro de atención de una imagen hay que colocarla en la intersección de unas líneas imaginarias que dividen la fotografía en tres partes de arriba abajo y de izquierda a derecha.
En este caso, como decimos, esta regla que nos ayuda a estructurar la composición es muy útil ya que no suele ser nada recomendable situar el horizonte en el medio de la imagen o el sol, si es que aparece, en el centro de la foto. Por el contrario, las líneas horizontales que surgen de la regla son el mejor lugar para situar el horizonte. De igual modo, los puntos en que se cruzan con las verticales son el mejor lugar para el sol o para otros elementos de importancia que aparezcan en la composición.
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Eso sí, esto no significa que no podamos romper la regla para conseguir otros resultados o que nos olvidemos de otro tipo de líneas que rompan la composición, como las siempre agradecidas líneas oblicuas que nos introducen dentro de la fotografía.
Juega con las siluetas y otros elementos
A veces en este tipo de fotos uno se queda extasiado con la belleza de un sol perdiéndose entre lejanas montañas y la foto resultante es anodina por la falta de otros elementos de interés. Así, además del cielo con sus bonitos colores es importante introducir diferentes niveles de lectura en la imagen, además del fondo, que rompan la monotonía que puede producirse en este tipo de fotos.
Un elemento interesante en primer plano, o algo en un plano medio que añada algo, como un edificio o una persona en silueta, pueden hacer que nuestra foto gane muchos enteros. Estos elementos son los que seguramente nos brindarán la posibilidad de añadir esas líneas de referencia en la composición de la imagen de las que hablábamos antes. Para ello, habrá sido importante llegar con antelación al sitio y localizar un buen lugar que aporte esos elementos a nuestra foto que la hagan inolvidable.
Y sobre todo sé paciente
Una regla inmutable de este tipo de tomas es la paciencia. Un atardecer o amanecer puede alargarse mucho sumando tanto con el tiempo de antes como el de después. Es decir, esa hora azul (también conocida como hora dorada) justo previa a la salida del sol o posterior a su puesta, y que es uno de los mejores momentos para realizar fotos.
Durante todo este tiempo es posible que la escena cambie considerablemente y nunca se sabe cuándo será el momento más atractivo. Las nubes, que siempre suelen aportar interés a este tipo de fotografías (incluso en muchas ocasiones convirtiéndose en las protagonistas), pueden cambiar mucho y la luminosidad es muy diferente en todo ese intervalo de tiempo.
Así que ya que estamos en situación, lo ideal es aguantar todo el proceso e ir haciendo fotos cada cierto tiempo. Por último, tened en cuenta que debido a la inclinación de la Tierra respecto al Sol y a la meteorología más cambiante, el otoño y la primavera suelen ser las mejores épocas para lograr fotografías espectaculares de atardeceres o amaneceres, pero como nunca se sabe dónde está esa foto soñada cualquier momento es bueno para ello. Así que adelante y que vaya bien.
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