El próximo 22 de abril se celebrará el Día de la Tierra y me parece importante darle un espacio a este tema que nos compete a todos.
A inicios de este mes, escuchamos sobre dolorosos incendios que enfrentó nuestra Sierra de Arteaga debido al descuido e irresponsabilidad de algunos. Es verdaderamente lamentable el hecho de que muchas personas perdieran su casa y se extinguieran especies milenarias. Más de cuatro mil hectáreas de un ecosistema que da vida murieron a causa del descuido de un hombre.
Así mismo pasó en Nuevo León, y pasa cada año en California y en cada continente de nuestro mundo. Los daños son severos, no solo a causa de los incendios, sino de la basura, los químicos y todo lo que el ser humano hace por destruir el mundo en el que vive. Así es, somos nosotros mismos los responsables del daño severo que hacemos y dejaremos a los nuestros.
A mi parecer, nos encontramos viviendo en una generación totalmente egocéntrica. El hombre ha dejado de pensar en el que tiene al lado y convive mucho más a través de una pantalla, se preocupa mucho más por el “qué quiero tener en el mundo”, que por el “qué mundo quiero tener y dejar a los demás”.
El papa Francisco, en su encíclica ‘Laudato si’, basa como tema central el cuidado urgente que necesitamos ofrecer a nuestra madre tierra, al lugar donde habitamos, a aquel que tanto daño le hemos hecho en los últimos años. Por eso, no es de extrañarse el calentamiento global cada vez más severo, las enfermedades y hasta pandemias que ha desatado el uso irresponsable de los bienes que debemos de cuidar.
Por eso, este 22 de abril se busca hacer conciencia para la adecuada protección de nuestro planeta, un día para rendirle homenaje. Lo importante es que no quede en un solo día, sino que sea un trabajo diario. “Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra” y es por medio del ejemplo que debemos inculcarle a las futuras generaciones el cuidado urgente que necesita nuestra madre tierra, iniciando desde casa: reciclando, inculcando el amor por las plantas y por todo ser vivo, pues “a veces pareciera que lo que hacemos es solo una gota en el mar, pero el mar sería menos sin esa gota”, dijo la Madre Teresa de Calcuta.
No busquemos heredarles un mejor mundo a nuestros hijos, busquemos heredarle mejores hijos al mundo y entonces sí podremos ser testigos de un verdadero cambio.
Hagamos lo que nos toca, seamos congruentes, amemos la tierra en la que habitamos y contagiemos que el respeto y el amor inician cuidando lo que es de todos, primordial y urgentemente nuestro planeta.
“Cada comunidad puede tomar de la bondad de la tierra lo que necesita para su supervivencia, pero también tiene el deber de protegerla y de garantizar la continuidad de su fertilidad para las generaciones futuras”, Papa Francisco.