UN CAFÉ PARA UN TIBIO OTOÑO | Saltillo360

UN CAFÉ PARA UN TIBIO OTOÑO

Un café para un tibio otoño.

Apenas, y muy tibio y ralo, ha llegado un “fresco”, un atisbo de otoño. El ya desaparecido y ansiado otoño. Lo que ahora se puede decir es otoño. Pero, con frío o sin él, se antoja siempre una taza de café; claro, es más placentero cuando el viento hostil del norte llega y nos hace entibiar las manos con la humeante taza de un reconfortante café. 

“Cómo olvidarte en esta queja, cafetín de Buenos Aires… Sobre tus mesas que nunca preguntan lloré una tarde el primer desengaño”. Reza a la letra un viejo tango de Discépolo y Mores. Lo he contado antes: ¿qué es una cafetería? Puesto de socorros, refugio de los viajeros, hotel de los desvalidos, habitación confortable para la pareja de enamorados, centro de trabajo para los escritores quebrados (dígale lo anterior a la hoy millonaria J.K. Rowling, madre de Harry Potter)… las cafeterías, los cafés, son parte de nuestra historia, cultura y memoria urbana. 

¿Cuál fue el primer café fundado en Saltillo? En honor a la verdad, no lo sé. Pero yo recuerdo gratamente uno de ellos, el cual es perfil de mi mapa personal y sentimental: el mítico Café Arcasa (todo mundo lo sabe, acrónimo de ese hombre grande como roca: don Armando Castilla Sánchez, fundador de esta casa editora). 

¿Quién no lo sabe? Las cafeterías son fuente de historias interminables y episodios memorables. Aquí, lo mismo se conspira para tumbar al político vecino, que para hacerle la vida de cuadritos al empresario enemigo. En una cafetería se escribe, entre taza y taza, no pocas veces, el mejor cuento o la mejor novela. Insisto, la hoy millonaria J.K. Rowling, autora de la saga de Harry Potter, el niño mago, es un ejemplo muy conocido al día de hoy. César Aira, el argentino exiliado en París, suele escribir sus noveletas -que son éxito mundial- en atestados bares y cafeterías con apenas el espacio justo entre sillas, mesas y parroquianos.

Aira escribe al vuelo, con pluma atómica sobre rugosas servilletas de papel, las numera y las manda a su editor. ¿Corregir?, Aira espeta que no tiene ni el tiempo, ni el espacio para ello… y le creemos. En la década de los setenta del siglo pasado, en San Miguel de Allende, Guanajuato, en el fondo del bar “La cucaracha”, periódicamente se veía a un gringo extraviado entre un sombrero de ala ancha, lentes oscuros, las volutas de humo de su cigarrillo y un vaso de tequila en la mano. Un parroquiano más, sin duda alguna; sí, pero da la casualidad que dicho parroquiano era nada menos que el escritor Tennessee Williams, autor de la famosa obra de teatro “Un tranvía llamado deseo”. Hay historias de ciudades completas que giran entorno a sus bares y cafeterías. Cuenta Salvador Novo que la primera cafetería que se abrió en Ciudad de México fue a finales del siglo XVIII.

¿Cuál cafetería prefiere usted, estimado lector? ¿A cuál es asiduo? A un café se va a platicar el tópico de moda, pero también se va a despellejar al vecino o al político. Se va a llorar penas, pero también se brinda con alegría. ¿Qué tipo de café prefiere usted? Para fortuna de todos, y luego de la interminable pandemia, las cafeterías han vuelto a la vida…

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.